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martes, 12 de marzo de 2013

Análisis: Brasil vs México... que los números hablen

Hernán Gómez Bruera es doctor en Desarrollo por la Universidad de Sussex y consultor en Derecho a la Alimentación. Es autor de los libros "Conversaciones sobre el Hambre: Brasil y el Derecho a la Alimentación" “Desde el Sur” y “Lula, the PT and the Governability Dilemma in Brazil”, de próxima publicación. Ha sido colaborador de Nexos y El Universal.
Las banderas de Brasil y México en la tribuna de un estadio de futbol
Las banderas de Brasil y México en la tribuna de un estadio de futbol (Getty Images)
En mesas de café, artículos periodísticos y discusiones académicas, las comparaciones entre México y Brasil se han vuelto cada vez más recurrentes. Cada quien usa a Brasil como le gusta y como le conviene para apuntalar sus argumentos.Las banderas de Brasil y México en la tribuna de un estadio de futbol (Getty Images)
Sin embargo, ¿para qué opinar cuando se puede medir? Este artículo ofrece datos que hablan por sí mismos. Aparecen en negritas aquellos rubros en los que uno de los dos países aventaja al otro y en números rojos cuando la ventaja es muy amplia.
Mayor crecimiento económico acumulado en Brasil. Es cierto que en los dos últimos años, México creció más que Brasil (después de nuestra caída estrepitosa en 2007). Ese solo hecho ha llevado a algunos economistas a pronosticar que en los próximos 10 o 15 años, nuestro país estaría aventajando al “gigante sudamericano”. No se pretende aquí discutir escenarios futuristas. Lo que los números muestran, es que en toda la última década Brasil creció prácticamente el doble que México.
Pobreza y desigualdad. Brasil sigue teniendo una distribución del ingreso más desigual que México. Así lo demuestra el Coeficiente de Gini de ambos países (con mayores niveles de desigualdad a medida que se acerca al 1 y más equitativo cuando se acerca al 0). Pero eso no es nuevo. Históricamente, Brasil ha sido uno de los más desiguales del mundo. Aún así, en los últimos años ha logrado reducir esa desigualdad. En particular, Brasil ha logrado éxitos en la reducción de la pobreza y la indigencia superiores a los de México.
Mayor presencia y capacidad del Estado. En Brasil, no sólo hay un Estado más presente en la promoción del desarrollo económico y social, hay también un Estado con mayor capacidad fiscal, lo que también se refleja en un mayor gasto público.
 El dato clave es la recaudación tributaria como proporción del PIB, casi tres veces superior a la de México. Esto significa que hay un Estado que cobra impuestos (no necesariamente de la forma progresiva en que debería hacerlo) y, como es obvio, que éstos son mucho más altos que en México.
Brasil tiene una de las cargas fiscales más alta de América Latina, sólo superado por Argentina. Ese dato desmiente a quienes consideran que no es posible elevar los impuestos en México porque las inversiones se irían a otro país. Si así fuera, habría que preguntarse por qué la Inversión Extranjera Directa captada por Brasil es tantas veces superior a la de México, donde viene descendiendo continuamente en los últimos 10 años. ¿Por qué Brasil ha crecido más en la última década? ¿Por qué la productividad laboral en Brasil es más del doble que en México?
Los dos países exhiben una tendencia opuesta en materia de salarios. Mientras en México el poder de compra del salario mínimo se ha venido reduciendo, en Brasil su valor real creció casi en un 60% durante la última década.
Este dato podría desmentir dos visiones: la idea de que el aumento del salario mínimo genera inflación (la inflación en Brasil no es significativamente mayor a la de México) y la de que los salarios bajos son un factor de competitividad. En Brasil, el aumento del salario mínimo ha estado acompañado de aumentos en la productividad laboral, la cual es superior a la de México.
Existen estudios que demuestran cómo la elevación del salario mínimo en Brasil ha favorecido el mercado interno, al dinamizar positivamente las economías de algunas de las regiones más pobres del país.
Brasil tiene una política social más ambiciosa e integral. El país gasta en política social el doble que México, siendo también superior su gasto en salud, vivienda, educación, seguridad y asistencia social.
La red de protección social brasileña es mucho más amplia que la mexicana, y la seguridad social tiene una cobertura más amplia. La proporción de adultos mayores en desamparo absoluto es inferior que en México gracias, entre otros factores, a la pensión rural y al llamado Beneficio de Prestación Continuada, que llega a más de tres millones de ciudadanos mayores de 65 años.
En materia de programas de transferencia condicionada (programas que buscan reducir la pobreza intergeneracional tipo Oportunidades), hay un dato interesante: México gasta ligeramente más que Brasil (como proporción del PIB) en este rubro de su política asistencial.
Sin embargo, el porcentaje de la población indigente que se beneficia de este tipo de programas en Brasil llega al 84.6%, cuando en México es del 62%. Brasil estaría haciendo más de lo que está haciendo México, a pesar de que proporcionalmente gasta más. Sin embargo, es necesario realizar un análisis más detallado sobre este asunto.
En cobertura educativa, Brasil aventaja. Aunque México pueda seguirse vanagloriando de su amplia cobertura en educación primaria, los números muestran que en Brasil llega a la universidad casi 10% más de estudiantes que en México. Durante el gobierno de Lula se crearon en Brasil 12 nuevas universidades, y 14 más en lo que lleva Dilma Rousssef.
En materia de calidad educativa, aunque no se muestra aquí, tanto México como Brasil dejan mucho que desear. En las pruebas PISA, México “gana” a Brasil, aunque sólo por unos cuantos lugares. 
La comparación entre México y Brasil dice mucho del modelo económico seguido en las últimas dos décadas. México siguió un modelo más ortodoxo e impulsó un proceso de apertura que algunos estiman “indiscriminada” (sin duda es uno de los países más abiertos del mundo, al tener acuerdos de libre comercio con 44 países, cuatro veces más que Brasil).
El “gigante sudamericano”, en cambio, ha seguido un modelo más heterodoxo que lo ha llevado a mantener protegidos a varios sectores de su economía. Ello se ve reflejado en un menor grado de apertura económica en proporción del PIB.
Hay otras diferencias importantes en ambos modelos: mientras en México la banca se extranjerizó prácticamente en su totalidad, Brasil conserva una proporción importante de bancos públicos que han cumplido un papel importante.
La tabla muestra, además, un dato especialmente relevante: la banca de desarrollo es responsable por el 37.0% del total de los préstamos del sector privado, un factor de peso en la promoción del crecimiento económico y, particularmente, de las exportaciones brasileñas. En México, hace muchos años que la banca de desarrollo brilla por su ausencia.
Los resultados están a la vista. Cada quien puede formarse su propio juicio. El de los brasileños aparece publicado en la encuesta de Latinbarómetro de 2010.
En ese año, Brasil era el país latinoamericano con más confianza en su futuro económico. Allí se encontró el mayor número de entrevistados que consideró que la situación económica de ellos y de sus familias sería mejor en los meses siguientes. Casi dos terceras partes creyeron que el país estaba progresando, cuando sólo una parte de los mexicanos lo consideró así.
Brasil no ha superado sus problemas, pero la mayor parte de los brasileños considera que el Estado es capaz de enfrentar problemas lacerantes como la pobreza, la delincuencia y la corrupción. Una gran diferencia.
* Tablas elaboradas por el autor a partir de informes de la FAO, CEPAL, Banco Mundial, OCDE, Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, Latinbarómetro y Observatorio del Salario. 
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Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Hernán Gómez Bruera. 
Fuente : ADNpolitico

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