Bangkok. El rey
Bhumibol Adulyadej de Tailandia, el monarca que más tiempo ha reinado en
el mundo, murió a los 88 años, informó hoy el palacio real.
Simpatizantes del rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej rezan en el Hospital Siriraj, en Bangkok, donde falleció este jueves. Foto Afp |
Aunque sobre el papel Bhumibol solamente tenía
funciones representativas, tanto él como la casa real tenían una enorme
influencia en la vida política del país. Ningún gobierno se mantenía a
largo plazo si no era con el visto bueno del rey.
Hasta el momento no se informó de la causa de la
muerte, pero el comunicado indica que el rey falleció pacíficamente en
el Hospital Siriraj en Bangkok. Cientos de los seguidores del monarca se
habían reunido fuera del edificio donde pasó la mayor parte de la
última década y donde era tratado de varias enfermedades.
La última aparición pública de Bhumibol había sido en
enero. Subió al trono el 9 de junio de 1946 y era una figura muy
apreciada en Tailandia, venerado casi como un dios. Símbolo de la
unidad, sus 70 años en el trono le daban al país una estabilidad ausente
en cambio en la política local. Tailandia vivió su más reciente golpe
militar en mayo de 2014.
Su esposa,
Sirikit, también se encuentra en el hospital gravemente enferma. Su hijo
el príncipe Vajiralongkorn, de 64 años, es el heredero aparente, aunque
en Tailandia no se debate públicamente sobre los candidatos al trono.
Vajiralongkorn, que dista mucho de ser tan popular
como su padre, pasa mucho tiempo en Múnich (Alemania), porque su hijo
menor, Dipangkorn Rasmijoti (11), va a la escuela en Baviera. En 2014 el
príncipe se divorció de su esposa y tiene además siete hijos mayores de
sus otras dos ex mujeres.
El reino budista del sudeste asiático, con casi 70
millones de habitantes, podría enfrentar ahora un período de
inestabilidad, si bien las autoridades aseguran que no se verán
afectados los 30 millones de turistas que recibe cada año.
El país tiene leyes muy estrictas sobre las ofensas a
la dignidad real que protegen al rey, la reina y el heredero de
cualquier crítica. Incluso un comentario que parezca inocente puede
generar una denuncia y desde hace años estas leyes son aprovechadas para
desacreditar a los adversarios políticos.
La sociedad tailandesa está profundamente dividida
desde hace más de 10 años. Por un lado están los llamados "camisas
amarillas", que se presentan como fieles a la monarquía y partidarios de
mantener el viejo orden, en el que unas pocas familias influyentes
determinan lo que ocurre en el país.
En el otro lado están los "camisas rojas", apoyados
sobre todo por la población más pobre, que pide más participación en los
asuntos del país y más igualdad.
Los dos bandos se acusan mutuamente de corrupción
rampante y con manifestaciones y bloqueos han boicoteado los gobiernos
de la otra parte y contribuido finalmente a su caída.
Fuente : Lajornada.
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