CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Sin duda el ataque que perpetró
un estudiante de secundaria contra tres de sus compañeros y su maestra
en un colegio particular en Monterrey, Nuevo León, para posteriormente
suicidarse, sí es un caso inédito en México, pero había eventos y
señales previos que indicaban que era un riesgo inminente y nadie los
atendió. Los sitios en la red que incitaban a este tipo de violencia no
son nuevos; el comercio y manejo permisivo de las armas de fuego también
ya era muy conocido, e incluso ya había habido atentados y homicidios
en las aulas, aunque no con las mismas características.
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Soldados vigilan la entrada del Colegio Americano en Monterrey. Foto: AP / Emilio Vázquez |
El 6 de mayo de 2014, un alumno de 15 años de edad de la
Escuela Secundaria Oficial 574 Gustavo Baz Prada asesinó frente a la
maestra a un compañero de 13 años de edad, supuestamente en venganza por
una pelea que habían tenido un mes antes. La diferencia con lo ocurrido
en Monterrey es que únicamente hubo una víctima y el victimario no
intentó suicidarse, pero la acción fue prácticamente idéntica.
El sábado 5 de enero de 2015, en una casa de una colonia
residencial de Monterrey, Nuevo León, un adolescente de 13 años de edad
recibió (o se propinó) un balazo en la cabeza con el arma que le
mostraba un compañero de su colegio. Se supo que este último, de 14
años, había adquirido el arma por 6 mil 500 pesos unos días antes frente
a un centro comercial de San Pedro Garza García. El hecho evidenciaba
la facilidad con la que cualquier persona, incluso un menor de edad,
podía hacerse de un arma de fuego. Sin embargo, se optó por guardar
silencio en vez de atender una situación que seguramente más temprano
que tarde podría desembocar en una tragedia, como ya sucedió
desgraciadamente.