Al arrancar 2015 comenzará el segundo mandato de la presidenta brasileña Dilma Rousseff. Pero este inicio de gestión no se parece en nada al primero, cuando recibió de su antecesor, Lula da Silva, un Brasil pujante, con crecimiento económico sostenido y el despliegue de una diplomacia que convirtió al país en un líder. Ahora la economía está estancada, los programas sociales –bandera de su partido, el de los Trabajadores– vinieron a menos y la credibilidad nacional se está yendo a pique, sobre todo a consecuencia de los escándalos de corrupción en la poderosa petrolera estatal.
Dilma Rousseff celebra su reelección en Brasil. Foto: AP
RÍO DE JANEIRO, BRASIL (Proceso).- Dilma Rousseff, quien el 1 de enero tomará posesión como presidenta de Brasil para un segundo periodo, enfrenta las mayores dificultades de su carrera política.
Hace cuatro años la mandataria elegida como sucesora por Lula da Silva y postulada por el Partido de los Trabajadores (PT), llegó al poder con unos números económicos que reflejaban el cenit de la década dorada vivida por Brasil desde 2003: el PIB crecía a ritmos de 7.5% (2010) en plena crisis mundial,