Movilización policiaca tras el tiroteo en el Louvre. Foto: AP / Thibault Camus |
En el primer caso, porque se evacuó a toda velocidad a clientes y personal de las tiendas. Y en el segundo, porque unos mil visitantes quedaron encerrados en el museo durante dos horas, por medidas de seguridad.
Doce horas después del ataque, François Molins, procurador de Justicia de París, ofreció algunos datos sobre los hechos.
El “probable terrorista” de 29 años de edad y de nacionalidad egipcia, llegó a la Ciudad Luz procedente de Dubái (Emiratos Árabes Unidos) el pasado 26 de enero, con un visa de turista y alquiló un aparta-hotel en el residencial distrito VIII de la capital.
Dos días después, el 28 de enero, adquirió machetes en una armería situada cerca de la plaza de La Bastilla. Su pasaporte señala viajes a Turquía y Arabia Saudita en 2016. La policía judicial no encontró mayores indicios en su equipaje o se reservó esa información.
¿Por qué viajar de tan lejos para atacar con un machete a soldados armados hasta los dientes, exponiéndose a ser inmediatamente acribillado?
Lo absurdo de la situación plantea interrogantes. ¿Se trata del acto de un ‘iluminado’ solitario? ¿Otros ataques estaban previstos para darse al mismo tiempo? ¿El autor de este atentado fallido tiene lazos con Daech o Al Qaeda?
Por ahora nadie ha reivindicado el ataque y recién empiezan las investigaciones.
Desafortunada coincidencia: este mismo 3 de febrero, Anne Hidalgo, alcaldesa de París, lanzó oficialmente la campaña de comunicación internacional de la Ciudad Luz para la organización de los Juegos Olímpicos de 2024: Torre Eiffel dorada y adornada con las letras multicolores de París 2024, discursos entusiastas, letanía sobre los insuperables encantos de la capital francesa…
El primer ministro, Bernard Cazeneuve, tuvo que salir rápidamente al rescate sobre la cuestión de la seguridad en la capital. Hizo lo imposible para “positivar” el fallido atentado insistiendo en la reacción ejemplar de las fuerzas del orden.
¿Se dejará convencer el Comité Olímpico Internacional? Quién sabe.
El Museo del Louvre es uno de los lugares más emblemáticos de París junto con la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y la catedral de Notre Dame. En cuanto al Carrousel du Louvre,es el centro comercial con más glamour de la capital. El impacto en términos de imagen amenaza con ser catastrófico.
De hecho, tanto el Carrousel como el Museo del Louvre padecen las consecuencias de los atentados que sacudieron a Francia en los dos últimos años.
El Carrousel solía recibir anualmente un promedio de 15 millones de visitantes, más o menos 40 mil por día, pero a raíz de los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 contra la sala de conciertos El Bataclán y las terrazas de café parisinos, su frecuencia bajo 17% durante 2016.
Lo mismo ocurrió con el Museo del Louvre, que se enorgullece de ser el recinto de arte más grande del mundo y también el más visitado. En 2016 acogió a “sólo” siete millones 300 mil visitantes; o sea, 15% menos que en 2015.
Estos dos lugares de gran prestigio distan de ser las únicas víctimas colaterales del terrorismo. Los hoteles parisinos y de los alrededores de la capital perdieron un millón 300 mil clientes, pasando de 23.5 millones en 2015 a 22.2 millones en 2016.
Los más golpeados son los hoteles de cinco estrellas y los grandes palacios de lujo. En agosto pasado, varios de ellos cerraron pisos enteros, ya que nadie había reservado sus suites reales o imperiales.
El volumen de negocios de los restaurantes capitalinos, por su lado, bajo 20%.
El gobierno gasta fortunas para atraer de nuevo a los extranjeros: 10 millones de euros para lanzar una campaña mundial de promoción de Francia; 15.5 millones de euros más para mejorar la seguridad de los turistas amenazados no sólo por el riesgo terrorista, sino también por un recrudecimiento de robos; otros 42.5 millones para desarrollar la actividad turística de Francia.
El ataque terrorista del Carrousel du Louvre no sólo se inmiscuyó en la “campaña olímpica” de París, sino también en la incipiente campaña presidencial gala.
Los franceses votarán los próximos 23 abril y 7 mayo para elegir a su nuevo presidente y la campaña empezó en medio de un escándalo de “empleos ficticios” en la Cámara de Diputados y en el Senado de la esposa y de los dos hijos del François Fillon, el candidato presidencial de la derecha que se jactaba de su probidad absoluta.
El tema de la seguridad y el de los inmigrantes son los más instrumentalizados por los candidatos de derecha y de ultraderecha. Los servicios de inteligencia están en alerta permanente: saben que Daesh hará lo imposible por participar a su manera en la campaña electoral gala.
Es imposible decir ahora si el fallido atentado en el Carrousel du Louvre se inscribe en una estrategia del Estado Islámico.
Pero cualquiera que sea su origen, ese ataque recuerda a los franceses cuán frágil es la tregua que parecía haberse instaurado después del atentado de Niza el pasado 14 de julio que costó la vida a 89 personas, y el de Saint-Etienne- de-Rouvray en el que dos terroristas mataron a un sacerdote de 86 años de edad.
Fuente : Proceso.
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