LOS ÁNGELES, California (apro).- El número tabú era 2 millones, y hace unos días ese tabú rompió en récord.
Desde
el primer año de la administración del presidente Barack Obama, cuando
se revisó la cantidad de deportaciones realizadas durante su gestión,
las organizaciones pro-inmigrantes de Estados Unidos alertaron que al
llegar a su segundo periodo, el “presidente de la esperanza” podría
convertirse en el que más deportaciones haya realizado en la historia
del país.
Aunque no es posible determinar con exactitud el momento del cruce de la línea en la cifra récord, los grupos pro-inmigrantes eligieron el pasado 5 de abril como la fecha clave para protestar por los 2 millones de deportados y en contra de la política aplicada por la Casa Blanca durante los últimos cinco años.
Decenas de organizaciones realizaron manifestaciones en algunas de las principales ciudades del país, en las que pidieron al presidente que emita una orden ejecutiva, facultad que está en su poder, para detener las deportaciones en los casos de inmigrantes que no han cometido delitos graves y no representan una amenaza para el país.
Del 20 de enero, fecha en la que tomó posesión Obama, al 30 de septiembre de 2009, cuando finalizó el año fiscal, la actual administración realizó alrededor de 265 mil deportaciones. Los años posteriores han traído cifras más o menos constantes, de acuerdo con los datos publicados por la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE): 392 mil 862 en 2010, 396 mil 906 al año siguiente y 419 mil 384 en 2012. Los números de 2013 bajan ligeramente con cerca de 368 mil 644, un promedio de mil 10 deportaciones diarias.
Si en el año fiscal 2014 –iniciado en octubre de 2013– la tendencia se ha mantenido, en algún punto de marzo de 2014 se habría cruzado la frontera de los 2 millones.
No sólo eso: las cifras de cierre del quinto año de gobierno del presidente 44 pondrán su índice de deportaciones por encima de los ocho años del gobierno de George W. Bush, con 2 millones 12 mil 539, y posiblemente de la suma de deportaciones realizadas por sus tres predecesores. En toda su administración, Bill Clinton deportó a 141 mil 326 personas, y Ronald Reagan a 168 mil 364.
El “memo Morton”
Además de la magnitud numérica, el asunto de las deportaciones se ha convertido en una piedra en el zapato para Barack Obama debido al perfil de los deportados.
Un memorándum dado a conocer por ICE en 2011, conocido como el “memo Morton” –en alusión al entonces director de la agencia, John Morton–, establece que la agencia únicamente tiene capacidad para deportar a 400 mil personas por año, de manera que los agentes de inmigración deberán enfocar sus esfuerzos en aquellos individuos que representen un peligro para el país debido a su actividad criminal o terrorista, y a aplicar un “criterio discrecional” en casos de menor gravedad.
Sin embargo, la información difundida por organizaciones civiles de defensa de derechos de los inmigrantes, e incluso académicas, apunta a que este criterio no es aplicado correctamente.
De acuerdo con TRAC, el proyecto de análisis de datos sobre agencias gubernamentales a cargo de la aplicación de la ley de la Universidad de Syracuse, del total de personas deportadas por ICE durante 2013, 41% no había cometido delito alguno y sólo 12% tenía una acusación por un delito “nivel 1” o mayor. De este último grupo, la cuarta parte presentaba como delito de mayor gravedad el reingreso ilegal al país. Un desglose por nacionalidad dentro del mismo reporte indica que más de 65% de los deportados son mexicanos.
Muchas de las deportaciones realizadas bajo la administración Obama involucran a los padres de niños que son ciudadanos estadunidenses. Entre julio de 2010 y octubre de 2012 las autoridades realizaron 200 mil deportaciones que involucraban a padres de hijos que tienen la ciudadanía de este país. Esa cifra duplica el número de deportaciones de este tipo realizadas entre 1997 y 2007, de acuerdo con un reporte presentado por el propio ICE al Congreso en marzo de 2012.
“Ni uno más”
La mañana del sábado 5 de abril un grupo de jóvenes de Los Ángeles llegó hasta un puente ubicado sobre la autopista 405, la vía rápida con fama de ser la más congestionada del país, llevando consigo carteles diseñados durante la semana previa al evento.
Mientras los automóviles pasaban cómo bólido por el asfalto debajo de ellos, las leyendas “Ni una familia separada más”, “Concejo de Los Ángeles, apoya a nuestras familias”, “Mantengan a ICE fuera de Los Ángeles”, y “2 millones es demasiado”, pendían del puente y eran mostradas a quienes pasaban por la avenida aledaña.
La acción fue parte de la campaña #Not1more (ni uno más), que convocó a organizaciones pro-inmigrantes en más de 40 ciudades para realizar manifestaciones el mismo día, con el mismo objetivo: hacer un llamado a las autoridades locales para que protejan a las familias que están siendo separadas por la deportación, y al presidente Obama para que detenga la máquina de deportar.
“Cada día que dedicas a las ‘negociaciones’ para una reforma migratoria, mil 100 personas son deportadas”, dijo en un mensaje público José Ernesto Vázquez, integrante del grupo San Fernando Valley Dream Team, al asambleísta demócrata Tony Cárdenas.
“Necesitamos que rompas el silencio con respecto a las deportaciones. Como representante latino del Valle de San Fernando (la zona norte de la ciudad de Los Ángeles), con elevada población indocumentada y familias de estatus migratorio mixto, tienes la responsabilidad moral y política de denunciar y detener la Maquinaria de Deportación Demócrata (…) No podemos seguir viendo a nuestros padres siendo deportados cada día”, expuso.
Además de las iniciativas locales, cerca de 30 grupos activistas a nivel nacional formaron una iniciativa, The Obama Immigration Legacy, con el mismo objetivo. En esta alianza participan organizaciones de larga trayectoria como el Centro de Recursos Centroamericanos (Cerecen), el Consejo de Federaciones Mexicanas en Norteamérica (Cofem), Detention Watch Network y Puente de Arizona, entre otras. La iniciativa la encabeza Presente.org.
Arturo Carmona, director ejecutivo de Presente.org, explicó: “Nuestra propuesta parte del entendimiento de que la administración, y el propio Obama, están en un momento histórico para decidir uno de dos caminos. Y estos son: o continúa construyendo el legado que lo convertirá en el deporter-in-chief (deportador en jefe, haciendo alusión a su cargo como comandante en jefe de las fuerzas armadas, commander-in-chief), o decide que utiliza su poder ejecutivo para liberar a nuestra comunidad de las deportaciones”.
La campaña, lanzada a finales de marzo de manera simultánea en Los Ángeles, Boston, Houston, San Diego y Atlanta, ha reunido hasta ahora cerca de 20 mil firmas en una petición que establece tres puntos: la suspensión de las deportaciones; la eliminación del programa Comunidades Seguras, que permite que las autoridades locales compartan información con la autoridad de inmigración; y que el presidente sostenga una reunión privada con personas y familias que han sido impactadas por las políticas de deportación de su administración.
A la ola de llamados para frenar las deportaciones se sumó de manera inesperada el diario The New York Times. El 5 de abril, cuando las acciones de #Not1More se realizaban por todo el país, la gente comentaba la nota editorial de ese día en la publicación: un texto que, jugando con la frase de campaña de Obama, “Yes, we can” (Sí se puede), llevó por título “Yes, he can, on Immigration” (Sí, él puede en inmigración).
“La administración Obama está deportando gente a un ritmo mayor que cualquier otro presidente. Este esfuerzo (…) tenía por objetivo ganar el apoyo republicano para obtener una reforma más amplia. Pero lo único que ha logrado es aumentar el miedo, la ruptura familiar y la falta de oportunidades que enfrentan los 11 millones de personas que no pueden resolver su situación legal”, subrayó el artículo.
En un apartado posterior, el texto hace alusión a la orden ejecutiva emitida por el presidente en 2012 para proteger de la deportación, mediante el programa conocido como Acción Diferida, a los Dreamers, jóvenes indocumentados que llegaron al país siendo menores de edad. “No hay razón para no extender un alivio similar a sus padres, o a los padres de niños ciudadanos y a otros que no representen una amenaza”, señaló.
Pase de factura
La propuesta de emitir una orden ejecutiva, similar a la que anunció en 2012 para beneficiar a los Dreamers, podría ser en este momento el único recurso con el que cuentan Obama y su partido para recuperar algo de la popularidad perdida rumbo a las elecciones legislativas de noviembre de este año.
Las encuestas más recientes indican que los latinos han dejado de responsabilizar exclusivamente a los republicanos por la falta de soluciones en materia de inmigración, y ahora ven el asunto como una responsabilidad compartida entre ambos partidos y el presidente.
La crisis de deportaciones se ha convertido en el eje del debate, y dada su falta de acción, Obama y los demócratas son hoy el rostro del problema.
El último reporte de Pew Hispanic Center sobre este asunto indica que 59% de los votantes latinos desaprueban la política de la actual administración en materia de deportaciones. Sólo 27% está de acuerdo con ella.
“Esta es la razón por la que debemos poner más presión a los demócratas –asegura Carmona–. El presidente ha perdido más de 20 puntos de popularidad, y no sólo él, sino su partido en general. Hay puntos de batalla electoral con un número importante de voto latino, como Colorado, pero hay desánimo entre esos votantes porque los republicanos también nos están golpeando. Hubo una expansión de las propuestas de fortalecimiento de seguridad y todo el debate de inmigración se movió hacia ese lado, fue un error”.
Para Carmona, se requiere un nuevo liderazgo: “que los demócratas retomen el control del tema y lo vuelvan a llevar al centro. Se rumora que tratarán de sacar una ‘curita’ y proponer el cese a las deportaciones de los padres de los Dramers para ofrecer algo antes de la elección, pero eso no va a detener las movilizaciones. Tanto el presidente como el partido tienen que hacer algo real”.
Fuente : Proceso.
Una protesta contra las deportaciones en Texas. Foto: AP |
Aunque no es posible determinar con exactitud el momento del cruce de la línea en la cifra récord, los grupos pro-inmigrantes eligieron el pasado 5 de abril como la fecha clave para protestar por los 2 millones de deportados y en contra de la política aplicada por la Casa Blanca durante los últimos cinco años.
Decenas de organizaciones realizaron manifestaciones en algunas de las principales ciudades del país, en las que pidieron al presidente que emita una orden ejecutiva, facultad que está en su poder, para detener las deportaciones en los casos de inmigrantes que no han cometido delitos graves y no representan una amenaza para el país.
Del 20 de enero, fecha en la que tomó posesión Obama, al 30 de septiembre de 2009, cuando finalizó el año fiscal, la actual administración realizó alrededor de 265 mil deportaciones. Los años posteriores han traído cifras más o menos constantes, de acuerdo con los datos publicados por la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE): 392 mil 862 en 2010, 396 mil 906 al año siguiente y 419 mil 384 en 2012. Los números de 2013 bajan ligeramente con cerca de 368 mil 644, un promedio de mil 10 deportaciones diarias.
Si en el año fiscal 2014 –iniciado en octubre de 2013– la tendencia se ha mantenido, en algún punto de marzo de 2014 se habría cruzado la frontera de los 2 millones.
No sólo eso: las cifras de cierre del quinto año de gobierno del presidente 44 pondrán su índice de deportaciones por encima de los ocho años del gobierno de George W. Bush, con 2 millones 12 mil 539, y posiblemente de la suma de deportaciones realizadas por sus tres predecesores. En toda su administración, Bill Clinton deportó a 141 mil 326 personas, y Ronald Reagan a 168 mil 364.
El “memo Morton”
Además de la magnitud numérica, el asunto de las deportaciones se ha convertido en una piedra en el zapato para Barack Obama debido al perfil de los deportados.
Un memorándum dado a conocer por ICE en 2011, conocido como el “memo Morton” –en alusión al entonces director de la agencia, John Morton–, establece que la agencia únicamente tiene capacidad para deportar a 400 mil personas por año, de manera que los agentes de inmigración deberán enfocar sus esfuerzos en aquellos individuos que representen un peligro para el país debido a su actividad criminal o terrorista, y a aplicar un “criterio discrecional” en casos de menor gravedad.
Sin embargo, la información difundida por organizaciones civiles de defensa de derechos de los inmigrantes, e incluso académicas, apunta a que este criterio no es aplicado correctamente.
De acuerdo con TRAC, el proyecto de análisis de datos sobre agencias gubernamentales a cargo de la aplicación de la ley de la Universidad de Syracuse, del total de personas deportadas por ICE durante 2013, 41% no había cometido delito alguno y sólo 12% tenía una acusación por un delito “nivel 1” o mayor. De este último grupo, la cuarta parte presentaba como delito de mayor gravedad el reingreso ilegal al país. Un desglose por nacionalidad dentro del mismo reporte indica que más de 65% de los deportados son mexicanos.
Muchas de las deportaciones realizadas bajo la administración Obama involucran a los padres de niños que son ciudadanos estadunidenses. Entre julio de 2010 y octubre de 2012 las autoridades realizaron 200 mil deportaciones que involucraban a padres de hijos que tienen la ciudadanía de este país. Esa cifra duplica el número de deportaciones de este tipo realizadas entre 1997 y 2007, de acuerdo con un reporte presentado por el propio ICE al Congreso en marzo de 2012.
“Ni uno más”
La mañana del sábado 5 de abril un grupo de jóvenes de Los Ángeles llegó hasta un puente ubicado sobre la autopista 405, la vía rápida con fama de ser la más congestionada del país, llevando consigo carteles diseñados durante la semana previa al evento.
Mientras los automóviles pasaban cómo bólido por el asfalto debajo de ellos, las leyendas “Ni una familia separada más”, “Concejo de Los Ángeles, apoya a nuestras familias”, “Mantengan a ICE fuera de Los Ángeles”, y “2 millones es demasiado”, pendían del puente y eran mostradas a quienes pasaban por la avenida aledaña.
La acción fue parte de la campaña #Not1more (ni uno más), que convocó a organizaciones pro-inmigrantes en más de 40 ciudades para realizar manifestaciones el mismo día, con el mismo objetivo: hacer un llamado a las autoridades locales para que protejan a las familias que están siendo separadas por la deportación, y al presidente Obama para que detenga la máquina de deportar.
“Cada día que dedicas a las ‘negociaciones’ para una reforma migratoria, mil 100 personas son deportadas”, dijo en un mensaje público José Ernesto Vázquez, integrante del grupo San Fernando Valley Dream Team, al asambleísta demócrata Tony Cárdenas.
“Necesitamos que rompas el silencio con respecto a las deportaciones. Como representante latino del Valle de San Fernando (la zona norte de la ciudad de Los Ángeles), con elevada población indocumentada y familias de estatus migratorio mixto, tienes la responsabilidad moral y política de denunciar y detener la Maquinaria de Deportación Demócrata (…) No podemos seguir viendo a nuestros padres siendo deportados cada día”, expuso.
Además de las iniciativas locales, cerca de 30 grupos activistas a nivel nacional formaron una iniciativa, The Obama Immigration Legacy, con el mismo objetivo. En esta alianza participan organizaciones de larga trayectoria como el Centro de Recursos Centroamericanos (Cerecen), el Consejo de Federaciones Mexicanas en Norteamérica (Cofem), Detention Watch Network y Puente de Arizona, entre otras. La iniciativa la encabeza Presente.org.
Arturo Carmona, director ejecutivo de Presente.org, explicó: “Nuestra propuesta parte del entendimiento de que la administración, y el propio Obama, están en un momento histórico para decidir uno de dos caminos. Y estos son: o continúa construyendo el legado que lo convertirá en el deporter-in-chief (deportador en jefe, haciendo alusión a su cargo como comandante en jefe de las fuerzas armadas, commander-in-chief), o decide que utiliza su poder ejecutivo para liberar a nuestra comunidad de las deportaciones”.
La campaña, lanzada a finales de marzo de manera simultánea en Los Ángeles, Boston, Houston, San Diego y Atlanta, ha reunido hasta ahora cerca de 20 mil firmas en una petición que establece tres puntos: la suspensión de las deportaciones; la eliminación del programa Comunidades Seguras, que permite que las autoridades locales compartan información con la autoridad de inmigración; y que el presidente sostenga una reunión privada con personas y familias que han sido impactadas por las políticas de deportación de su administración.
A la ola de llamados para frenar las deportaciones se sumó de manera inesperada el diario The New York Times. El 5 de abril, cuando las acciones de #Not1More se realizaban por todo el país, la gente comentaba la nota editorial de ese día en la publicación: un texto que, jugando con la frase de campaña de Obama, “Yes, we can” (Sí se puede), llevó por título “Yes, he can, on Immigration” (Sí, él puede en inmigración).
“La administración Obama está deportando gente a un ritmo mayor que cualquier otro presidente. Este esfuerzo (…) tenía por objetivo ganar el apoyo republicano para obtener una reforma más amplia. Pero lo único que ha logrado es aumentar el miedo, la ruptura familiar y la falta de oportunidades que enfrentan los 11 millones de personas que no pueden resolver su situación legal”, subrayó el artículo.
En un apartado posterior, el texto hace alusión a la orden ejecutiva emitida por el presidente en 2012 para proteger de la deportación, mediante el programa conocido como Acción Diferida, a los Dreamers, jóvenes indocumentados que llegaron al país siendo menores de edad. “No hay razón para no extender un alivio similar a sus padres, o a los padres de niños ciudadanos y a otros que no representen una amenaza”, señaló.
Pase de factura
La propuesta de emitir una orden ejecutiva, similar a la que anunció en 2012 para beneficiar a los Dreamers, podría ser en este momento el único recurso con el que cuentan Obama y su partido para recuperar algo de la popularidad perdida rumbo a las elecciones legislativas de noviembre de este año.
Las encuestas más recientes indican que los latinos han dejado de responsabilizar exclusivamente a los republicanos por la falta de soluciones en materia de inmigración, y ahora ven el asunto como una responsabilidad compartida entre ambos partidos y el presidente.
La crisis de deportaciones se ha convertido en el eje del debate, y dada su falta de acción, Obama y los demócratas son hoy el rostro del problema.
El último reporte de Pew Hispanic Center sobre este asunto indica que 59% de los votantes latinos desaprueban la política de la actual administración en materia de deportaciones. Sólo 27% está de acuerdo con ella.
“Esta es la razón por la que debemos poner más presión a los demócratas –asegura Carmona–. El presidente ha perdido más de 20 puntos de popularidad, y no sólo él, sino su partido en general. Hay puntos de batalla electoral con un número importante de voto latino, como Colorado, pero hay desánimo entre esos votantes porque los republicanos también nos están golpeando. Hubo una expansión de las propuestas de fortalecimiento de seguridad y todo el debate de inmigración se movió hacia ese lado, fue un error”.
Para Carmona, se requiere un nuevo liderazgo: “que los demócratas retomen el control del tema y lo vuelvan a llevar al centro. Se rumora que tratarán de sacar una ‘curita’ y proponer el cese a las deportaciones de los padres de los Dramers para ofrecer algo antes de la elección, pero eso no va a detener las movilizaciones. Tanto el presidente como el partido tienen que hacer algo real”.
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