El Mundial de Brasil 2014 apenas comienza, pero en Estados Unidos ya dejó grandes ganadores: a los empresarios del balompié.
El viernes, la cadena televisiva estadounidense ESPN reveló que los indicadores de audiencia para el partido entre Brasil y Croacia habían sido los mejores en la historia de ese país para un partido inaugural del Mundial, y aumentaron en 52% frente a los que se presentaron en el torneo de 2010.
Algunos datos rápidos comprueban que lo del juego de apertura del Mundial no es un hecho aislado en el
país: entre otros, está el hecho que los estadounidenses ocupan el segundo lugar a nivel global en cuanto a compra de boletos para el torneo.
Se han vendido en este país cerca de 150.000 entradas, más que en Inglaterra, Francia y Alemania combinados, según le informó a BBC Mundo la liga profesional estadounidense, la MLS.
Por su parte, la empresa de reventa de boletos en línea Viagogo le dijo a la prensa local que esto refleja un aumento dramático comparado con el torneo de Sudáfrica hace cuatro años, cuando los estadounidenses no estaban entre los primeros diez puestos de sus usuarios.
Viagogo aseguró que su cliente estadounidense promedio está pagando cerca de US$3.000 en entradas para el evento.
Danza de los millones
ESPN canceló US$100 millones por los derechos en inglés de los mundiales de 2010 y 2014, al tiempo que Univisión pagó US$325 millones por los mismos derechos en castellano, revela la revista de negocios Forbes. Un aumento dramático frente a los $22 millones que ESPN pagó por los derechos del Mundial de Francia en 1998, el primero que fue transmitido en directo en su totalidad en Estados Unidos. Y mucho menos de los $425 millones que Fox pagará por el derecho a transmitir los torneos de 2018 y 2022.
¿En que se basa esta danza de los millones? En la demostración, cada vez más evidente, que el fútbol en Estados Unidos ha dejado de ser una curiosidad y es parte integral de su cultura deportiva, tal vez una de las más exuberantes del mundo.
Las evidencias están en todos lados. Es más previsible encontrarlas en Doral, una zona residencial de Miami, en donde niños venezolanos, colombianos y argentinos se reúnen a la entrada de tiendas y supermercados para intercambiar láminas del álbum del Mundial, al igual que lo hacen sus primos de Caracas, Bogotá o Buenos Aires. Muchos podrían alegar que la fiebre mundialista aquí es apenas un reflejo de la población cosmopolita del lugar.
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Pero sorprende más en Jacksonville, una ciudad provinciana del sur de Estados Unidos, la zona más conservadora y menos abierta a la influencia extranjera en el país. El sábado 7 de junio pasado, 52.033 personas se hicieron presentes en el estadio Everbank de esa ciudad para hacer lo que hacen aficionados futboleros en todos los rincones del mundo: apoyar desde las tribunas a su selección. El combinado estadounidense jugaba ahí su último encuentro amistoso de preparación contra Nigeria.
Si el fútbol vende en Jacksonville, puede vender en cualquier lado.
A la hora señalada
Y así, mientras los estadounidenses, por cuestiones de derechos de transmisión, tuvieron que conformarse con ver en diferido los Juegos Olímpicos de Londres y Sochi, esta vez siguen el torneo futbolístico de Brasil en vivo y en directo, a la hora de mayor audiencia.
Por lo que no extraña que las cadenas nacionales de televisión han alistado su artillería pesada. Como recuerda el diario Miami Herald, hace apenas ocho años, en 2006, la ESPN había asignado como su principal comentarista del Mundial a un narrador de partidos de béisbol. Hoy no podrían darse ese lujo.
Con una audiencia que debe superar ampliamente los 110 millones de personas, los estadounidenses esperan transmisiones de talla mundial para satisfacer a aficionados cada vez más conocedores sobre las minucias de este deporte. Basta recordar que en este Mundial participan 22 jugadores de la liga profesional del país, 12 de ellos en selecciones distintas a la estadounidense.
El futuro
Para la muestra un botón: la decisión a última hora del técnico estadounidense Jurgen Klinsmann, de excluir del onceno nacional a Landon Donovan, la estrella del equipo, alegando su bajo rendimiento. Basta imaginar el cataclismo que habría causado en Argentina que Alenadro Sabella anunciara en el último momento que Messi no iba al Mundial. O que Luiz Felipe Scolari dijera que Neymar no se pondría la camiseta de la selección brasileña. En Estados Unidos, a duras penas se registró la polémica.
Pero la liga profesional estadounidense es optimista acerca del impacto que tendrá Brasil 2014 para el fútbol estadounidense. La audiencia para el Mundial en Estados Unidos hoy es "muy social, muy digital", le dice a BBC Mundo Marisabel Muñoz, vocera de la MLS.
"En 2014 el consumo de medios en redes sociales ha cambiado las reglas de juego, para bien. Hay mas personas pendientes de los partidos durante el dia, en sus trabajos, disfrutando del fútbol", agrega.
Para algunos, el camino al actual florecimiento del fútbol estadounidense comenzó en 1994, durante el Mundial que tuvo lugar en este país.
Una inversión que veinte años después no deja de rendir frutos, para felicidad de los empresarios y, en últimas, de los aficionados.
Fuente : BBCmundo.
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