Aristegui y Loret de Mola. |
El sistema o equipo cibernético para el espionaje conocido como Pegasus, fue adquirido en el 2011 por el gobierno de México a la empresa de Israel NSO Group, que asegura haberlo vendido bajo la condición de que no se usara contra la población civil.
“El acuerdo explicito indica que se utilizaría únicamente para combatir a terroristas a cárteles de las drogas y a grupos criminales que por mucho tiempo han secuestrado y asesinado a mexicanos”, subraya el reportaje firmado por los reporteros Azam Ahmed y Nicole Pelroth.
El espionaje del gobierno de Peña Nieto se sustenta en la activación del software de Pegasus en los teléfonos inteligentes.
“La compañía simplemente le cobra al gobierno en base al número de blancos espiados. Para espiar a 10 usuarios de teléfonos iPhone, por ejemplo, la compañía hace un cargo de 650 mil dólares encima de otro cargo de 500 mil dólares por la instalación del sistema, de acuerdo a las propuestas de mercadeo de NSO; revisadas por el The New York Times”, enfatiza el reportaje que en las páginas interiores ocupa dos planas completas.
Los espiados
Los personajes espiados por el gobierno de Pena Nieto que fueron identificados en el artículo del New York Times son: Juan Pardiñas, director ejecutivo del Instituto Mexicano para la Competitividad, quien ayudo a escribir la legislación anticorrupción, la periodistas Carmen Aristegui y su hijo adolescente, Emilio; Mario E. Patrón, director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez y representante de los padres de los 43 jóvenes estudiantes normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos en Iguala Guerrero en septiembre de 2014.
También Santiago Aguirre, abogado representante de los familiares de los normalistas; la abogada estadunidense Stephanie E. Brewer, quien representa a personas que participaron en las protestas de San Salvador Allende, Estado de México y que fueron víctimas de ataque sexual cuando estuvieron encarceladas, y el conductor del programa de noticias de la mañana de Televisa, Carlos Loret.
“El uso de un sofisticado arsenal cibernético contra ciudadanos, es una pizca de la lucha del mismo México, lo que genera preguntas profundas éticas y legales al gobierno mexicano que ya enfrenta una crítica severa por su historial en derechos humanos”, apunta el reportaje del influyente diario estadunidense.
Bajo las leyes mexicanas, únicamente un juez federal puede autorizar el espionaje de comunicaciones privadas y solamente cuando las autoridades demuestren evidencias que sustenten el pedido al magistrado.
“Es altamente improbable que el gobierno recibiera la aprobación judicial para interceptar los teléfonos, de acuerdo a varios exfuncionarios de los sistemas de inteligencia del gobierno mexicano”, subraya The New York Times. Los exfuncionarios consultados por el rotativo estadunidense matizaron que el espionaje ilegal en México “es una práctica estándar”.
La capacidad del espionaje con el equipo cibernético de los israelitas, rebasa la imaginación de cualquier persona, por ejemplo, Aristegui recibió un mensaje en su teléfono personal que presuntamente provenía de la embajada de Estados Unidos en México. “Ella recibió un mensaje supuestamente de parte de la embajada de Estados Unidos en México sobre un problema con su visa. Emular a un funcionario estadunidense es una posible violación de las leyes de Estados Unidos”, destaca The New York Times… ellos (el gobierno mexicano) a inicios del mes de marzo comenzaron a espiar a Emilio, el hijo de la señora Aristegui que tiene 16 años de edad y vive en Estados Unidos”, agrega el reportaje del periódico.
Tne New York Times subraya que Aristegui es víctima del espionaje porque ella y su equipo de noticias dieron a conocer el escándalo de la Casa Blanca, la mansión con un valor de unos siete millones de dólares en la Ciudad de México, presuntamente propiedad de la actriz de telenovelas, Angélica Rivera, esposa del presidente de México.
“Los escándalos han dejado una marca indeleble a la reputación del presidente. Después de tener una imagen elevada y perfectamente diseñada – un presidente joven, con mucha energía que trabajaba sin acotamientos partidistas y que representaba al nuevo México- el señor Peña Nieto fue de pronto identificado con una persona que vive fuera de la realidad, un político corrupto con niveles de aprobación abismalmente bajos”, concluye el New York Times.
Fuente : Proceso.
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