Extracción de gas de esquisto o gas shale. Foto: Pixabay |
Tres años después, los residentes se enteraron de que aquellos hombres habían encontrado unos 10 mil puntos bajo tierra ricos en petróleo –una mina de oro para las compañías que practican la fracturación hidráulica o fracking, método que permite obtener hidrocarburos resquebrajando el subsuelo.
Desde entonces, Lori Glover, una mujer de aproximadamente 40 años, comenzó una campaña de información y prevención contra esa técnica: difunde los riesgos de cambiar el ritmo rural de Alpine por el de una ciudad petrolera y, lo más importante, de contaminar los mantos acuíferos y el medio ambiente.
“Hasta ahora no hay perforaciones, pero las compañías petroleras, igual que nosotros, ya saben que en la zona se asienta 70% de todo el gas shale de Estados Unidos. Es cuestión de tiempo para que vengan a perforar”, dice Lori desde uno de los tranquilos parques públicos en Alpine.
Esa localidad, ubicada al sur de Texas, acomoda a ancianos retirados, universitarios, profesores y ganaderos. Hay un solo restaurante abierto las 24 horas. Los poco más de 5 mil residentes suelen irse a dormir antes de las 10 de la noche, rodeados por la reserva natural más grande de Texas, el Big Bend National Park.
Los jóvenes que asisten a la Universidad Estatal de Alpine se reúnen en sus jardines a platicar, a jugar a la pelota. Las familias se van de excursión a la reserva para admirar el río y la poca fauna que queda. De noche el pueblo no existe: los negocios apagan sus luces y las multinacionales como McDonald’s, Starbucks o Walmart cierran sus puertas.
Pero de acuerdo con el reporte Fracking by the Numbers, de la organización ambientalista Environment America, Alpine podría cambiar: es la casa de una gigantesca zona rica en petróleo y gas shale.
Fuente : Proceso.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1971 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
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