MÉXICO,
DF (apro).- Bonita iniciativa de Navidad, la de estos jóvenes urbanos,
clasemedieros de piel güera –y consumidores de Coca Cola–: viajar a la
comunidad mixe de Totontepec, en el norte de Oaxaca, para colocar ahí un
gran árbol que ellos mismos fabricaron; un “mensaje muy especial” para
el “81.6% de los indígenas mexicanos (que) se han sentido rechazados por
hablar otra lengua”.
En el spot de publicidad que Coca
Cola difundió ampliamente en las redes sociales y que retiró anoche, se
puede observar al grupo llegar al municipio con mucha alegría –y una
hielera llena de refrescos que reparten entre los pobladores. Arman y
pintan el árbol de madera en el centro de la comunidad.
Todo lo anterior se desarrolla ante la mirada y la sonrisa fascinada de los indígenas. Al final, los jóvenes prenden el árbol, en el que aparece el mensaje “Permanezcamos unidos” en lengua mixe; todos se abrazan y toman del refresco, mientras aparece en la pantalla: “Tú también rompe un prejuicio y compártelo usando #Abretucorazón”.
Aparentemente, los mercadólogos del gigante de la industria refresquera no consideraron que el video vincula una suma de estereotipos racistas y discriminatorios sobre las comunidades originarias de México.
Tampoco les molestó utilizar la imagen de los pueblos originarios para promover el consumo de refrescos, cuando los indígenas mexicanos se encuentran particularmente vulnerables ante los estragos que provocan los alimentos chatarra en la salud.
Desde que empezó a circular en Internet, un gran número de usuarios de redes sociales repudió el comercial, por lo que Coca Cola lo retiró anoche de la plataforma YouTube.
Sin embargo, para las organizaciones parte de la Alianza para la Salud Alimentaria “el daño está hecho”, por lo que exigieron hoy al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) abrir una investigación de oficio para determinar si la publicidad violó el derecho humano a la no discriminación.
El objetivo de esta solicitud, indicó Carlos Ventura, integrante del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, consiste en colocar en la agenda pública el tema de las publicidades discriminatorias para “sentar un precedente” y que las instituciones adopten medidas e implementen mecanismos que garanticen la no repetición. “Hay estándares que obligan a las empresas a respetar el principio de no discriminación”, recordó.
De acuerdo con la coalición, el comercial de Coca Cola reproduce la posición privilegiada de ciertos grupos identificados con una cultura consumista y representa la subordinación de los indígenas ante aquéllos. También difunde la visión asistencialista de la ayuda, pues en el video los indígenas no hacen nada sino sonreír ante la iniciativa de los jóvenes.
Además, según Elvira Constantina Pablo Antonio, indígena mixe y colaboradora de la organización ASER Litigio, en su comunidad las fiestas navideñas tratan de reforzar los lazos comunitarios, pero insistió en que “no se trata de promover el consumismo”.
“El efecto de publicidades de este tipo promueve la ruptura del tejido comunitario y la imposición de una cultura de consumo ajena a las comunidades”, denunció.
Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, recordó que en la comunidad mixe “el árbol de Navidad no tiene sentido”, y por ello lamentó esta “agresión cultural” contra la comunidad indígena.
Si bien reconoció que las medidas que pide la coalición no consisten en “generar censura” sino en fomentar un “trato de iguales”, sugirió que el Conapred “tendría que actuar en las telenovelas de Televisa” por difundir estereotipos.
Y no sólo esto: según Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, el pueblo de Totontepec tiene altos niveles de marginación y gran parte de los adultos actuales padecieron de niveles graves de desnutrición durante su infancia, incluso en el vientre de sus madres.
Lo anterior les vuelve más vulnerables ante los estragos de la comida chatarra, aseveró, al precisar que 50% de las muertes en la población indígena están relacionadas con la mala alimentación.
El científico explicó a Apro que desde mitades del siglo XX los científicos demostraron –al observar a las personas afectadas por las guerras mundiales– que la desnutrición durante la infancia multiplica por seis la prevalencia de enfermedades como diabetes, hipertensión, accidentes cerebrovasculares o cardiacos en la población adulta, males que favorece la comida chatarra.
Además, sostuvo que la mayoría de la población indígena en México posee genes adaptados al ambiente directo, que le vuelva “muy sensible” al consumo de bebidas azucaradas; lo que se suma a la escasez de servicios de salud en las zonas más marginadas del país, la cual difiere el diagnóstico de enfermedades como la diabetes.
Y la penetración de la comida chatarra en las poblaciones indígenas se profundizó a partir de la década pasada –entre otros a raíz de la implementación de los programas sociales de transferencias económicas–, pues según Ávila Curiel el consumo de bebidas azucaradas se triplicó desde entonces.
“La Coca Cola llegó a los biberones de los niños”, lamentó, al resaltar que “la población indígena alcanzó el promedio nacional de obesidad, pero el daño metabólico es hasta cinco veces mayor”.
Abelardo Ávila explicó que se convirtió “casi en activista, sin pretender serlo”, hace cuatro años, mientras realizaba el censo de peso y talla en el Estado de México.
Se percató de que en las escuelas ubicadas en la periferia de la zona pobre de la zona metropolitana los niños de seis años presentaban altos niveles de obesidad, pero también resistencia a la insulina, aparte de que padecían de hipertensión y otras afectaciones.
“Me escandalizó que los niños de 6 años ya tenían un síndrome inflamatorio generalizado. Tienen una esperanza de vida muy corta, van a tener un diabetes tipo 2 a los 20 años”, advirtió, al precisar que el padrón de estos niños era similar: “Pobres, sufrieron desnutrición, migraron (hacia la periferia de la urbe), y vivían en un ambiente obesigénico”.
El científico subrayó que durante una discusión técnica sobre el programa Oportunidades –ahora Prospera– que sostuvo durante un congreso nacional de salud pública, un funcionario de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) declaró ante los especialistas:
“Los que digan que las transferencias (de Oportunidades) se utilizan para comprar comida chatarra, les quiero decir que sí, efectivamente, ¿Y? Los pobres también tienen derecho a comprar comida chatarra”.
Alejandro Calvillo recordó que Coca Cola se encuentra enlodada en un escándalo en Estados Unidos, pues el New York Times y Associated Press exhibieron –con base en cuentas y correos electrónicos– que la multinacional financió el Global Energy Balance Network, un grupo de pseudocientíficos, a cambio de la publicación de estudios a favor de la industria.
Este grupo publicó una serie de artículos en los que desvió la problemática del sobrepeso hacia la falta de actividad física y prácticamente disculpó el consumo de comida chatarra en el mismo.
En reacción, la Alianza por la Salud Alimentaria realizó una edición del comercial de Coca Cola, en el que expusieron “su” verdad sobre la situación en Totontepec y la industria refresquera.
Fuente : Proceso.
"Permanezcamos unidos", el mensaje en mixe en el árbol navideño de Coca-Cola. |
Todo lo anterior se desarrolla ante la mirada y la sonrisa fascinada de los indígenas. Al final, los jóvenes prenden el árbol, en el que aparece el mensaje “Permanezcamos unidos” en lengua mixe; todos se abrazan y toman del refresco, mientras aparece en la pantalla: “Tú también rompe un prejuicio y compártelo usando #Abretucorazón”.
Aparentemente, los mercadólogos del gigante de la industria refresquera no consideraron que el video vincula una suma de estereotipos racistas y discriminatorios sobre las comunidades originarias de México.
Tampoco les molestó utilizar la imagen de los pueblos originarios para promover el consumo de refrescos, cuando los indígenas mexicanos se encuentran particularmente vulnerables ante los estragos que provocan los alimentos chatarra en la salud.
Desde que empezó a circular en Internet, un gran número de usuarios de redes sociales repudió el comercial, por lo que Coca Cola lo retiró anoche de la plataforma YouTube.
Sin embargo, para las organizaciones parte de la Alianza para la Salud Alimentaria “el daño está hecho”, por lo que exigieron hoy al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) abrir una investigación de oficio para determinar si la publicidad violó el derecho humano a la no discriminación.
El objetivo de esta solicitud, indicó Carlos Ventura, integrante del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, consiste en colocar en la agenda pública el tema de las publicidades discriminatorias para “sentar un precedente” y que las instituciones adopten medidas e implementen mecanismos que garanticen la no repetición. “Hay estándares que obligan a las empresas a respetar el principio de no discriminación”, recordó.
De acuerdo con la coalición, el comercial de Coca Cola reproduce la posición privilegiada de ciertos grupos identificados con una cultura consumista y representa la subordinación de los indígenas ante aquéllos. También difunde la visión asistencialista de la ayuda, pues en el video los indígenas no hacen nada sino sonreír ante la iniciativa de los jóvenes.
Además, según Elvira Constantina Pablo Antonio, indígena mixe y colaboradora de la organización ASER Litigio, en su comunidad las fiestas navideñas tratan de reforzar los lazos comunitarios, pero insistió en que “no se trata de promover el consumismo”.
“El efecto de publicidades de este tipo promueve la ruptura del tejido comunitario y la imposición de una cultura de consumo ajena a las comunidades”, denunció.
Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, recordó que en la comunidad mixe “el árbol de Navidad no tiene sentido”, y por ello lamentó esta “agresión cultural” contra la comunidad indígena.
Si bien reconoció que las medidas que pide la coalición no consisten en “generar censura” sino en fomentar un “trato de iguales”, sugirió que el Conapred “tendría que actuar en las telenovelas de Televisa” por difundir estereotipos.
Y no sólo esto: según Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, el pueblo de Totontepec tiene altos niveles de marginación y gran parte de los adultos actuales padecieron de niveles graves de desnutrición durante su infancia, incluso en el vientre de sus madres.
Lo anterior les vuelve más vulnerables ante los estragos de la comida chatarra, aseveró, al precisar que 50% de las muertes en la población indígena están relacionadas con la mala alimentación.
El científico explicó a Apro que desde mitades del siglo XX los científicos demostraron –al observar a las personas afectadas por las guerras mundiales– que la desnutrición durante la infancia multiplica por seis la prevalencia de enfermedades como diabetes, hipertensión, accidentes cerebrovasculares o cardiacos en la población adulta, males que favorece la comida chatarra.
Además, sostuvo que la mayoría de la población indígena en México posee genes adaptados al ambiente directo, que le vuelva “muy sensible” al consumo de bebidas azucaradas; lo que se suma a la escasez de servicios de salud en las zonas más marginadas del país, la cual difiere el diagnóstico de enfermedades como la diabetes.
Y la penetración de la comida chatarra en las poblaciones indígenas se profundizó a partir de la década pasada –entre otros a raíz de la implementación de los programas sociales de transferencias económicas–, pues según Ávila Curiel el consumo de bebidas azucaradas se triplicó desde entonces.
“La Coca Cola llegó a los biberones de los niños”, lamentó, al resaltar que “la población indígena alcanzó el promedio nacional de obesidad, pero el daño metabólico es hasta cinco veces mayor”.
Abelardo Ávila explicó que se convirtió “casi en activista, sin pretender serlo”, hace cuatro años, mientras realizaba el censo de peso y talla en el Estado de México.
Se percató de que en las escuelas ubicadas en la periferia de la zona pobre de la zona metropolitana los niños de seis años presentaban altos niveles de obesidad, pero también resistencia a la insulina, aparte de que padecían de hipertensión y otras afectaciones.
“Me escandalizó que los niños de 6 años ya tenían un síndrome inflamatorio generalizado. Tienen una esperanza de vida muy corta, van a tener un diabetes tipo 2 a los 20 años”, advirtió, al precisar que el padrón de estos niños era similar: “Pobres, sufrieron desnutrición, migraron (hacia la periferia de la urbe), y vivían en un ambiente obesigénico”.
El científico subrayó que durante una discusión técnica sobre el programa Oportunidades –ahora Prospera– que sostuvo durante un congreso nacional de salud pública, un funcionario de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) declaró ante los especialistas:
“Los que digan que las transferencias (de Oportunidades) se utilizan para comprar comida chatarra, les quiero decir que sí, efectivamente, ¿Y? Los pobres también tienen derecho a comprar comida chatarra”.
Alejandro Calvillo recordó que Coca Cola se encuentra enlodada en un escándalo en Estados Unidos, pues el New York Times y Associated Press exhibieron –con base en cuentas y correos electrónicos– que la multinacional financió el Global Energy Balance Network, un grupo de pseudocientíficos, a cambio de la publicación de estudios a favor de la industria.
Este grupo publicó una serie de artículos en los que desvió la problemática del sobrepeso hacia la falta de actividad física y prácticamente disculpó el consumo de comida chatarra en el mismo.
En reacción, la Alianza por la Salud Alimentaria realizó una edición del comercial de Coca Cola, en el que expusieron “su” verdad sobre la situación en Totontepec y la industria refresquera.
Fuente : Proceso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario