CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El año pasado, de acuerdo con números
oficiales, en Veracruz se registraban 40 asesinatos violentos al mes
(más de uno diario), además se tenían registrados hasta entonces mil 266
desaparecidos y 14 periodistas muertos.
En el arranque de este año la situación de violencia parece que no cambiará, en Tierra Blanca a plena luz del día y con toda impunidad la policía estatal se llevó a cinco jóvenes y se los entregó al crimen organizado, y apenas hace unos días se llevaron a la reportera Anabel Flores que apareció ejecutada.
La
entidad se ha convertido en la más peligrosa para el ejercicio
periodístico a escala nacional con más de 40 atentados a los medios del
2014 a la fecha. Lo que representaría en el plano internacional el lugar
de mayor riesgo para cualquier periodista.
Esto es reflejo de lo que los veracruzanos viven cotidianamente desde hace unos años, pero sobre todo desde que inició el gobierno de Javier Duarte el cual ha estado plagado de escándalos.
Como ejemplo habría que recordar que a principios de 2012, cuando apenas empezaban las campañas presidenciales de los candidatos, un avión del gobierno de Veracruz fue descubierto con 25 millones de pesos en efectivo en el aeropuerto de Toluca, Estado de México.
La PGR los decomisó y se iniciaron las investigaciones pues se sospechó que eran para la campaña del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto.
El secretario estatal de Finanzas, Tomás Ruiz González, exigió la devolución del dinero con el argumento de que era el pago de servicios de las fiestas de La Candelaria, el Carnaval y la Cumbre Tajín. Las investigaciones no fueron lo suficientemente profundas para corroborar la acusación de los partidos PAN y PRD, y el dinero tuvo que ser regresado a las arcas del gobierno de Javier Duarte.
A partir de entonces Duarte recibió el apoyo de Peña Nieto a pesar de que cada día que pasaba Veracruz se hundía en la violencia, los asesinatos, ejecuciones, desapariciones forzadas, robos, corrupción, impunidad, injusticia y represión a cualquier intento de protesta social.
La permanencia de Duarte no se puede entender sino es con la protección y ayuda del gobierno federal.
Las pifias del gobernador al desdeñar la gravedad de la situación en el estado, sus arranques de cólera en contra de los movimientos sociales, su indiferencia ante las demandas de los familiares de desaparecidos y la manera en que minimiza la ausencia de la justicia en el estado de ninguna manera soportan que termine su gobierno este año.
Duarte no gobierna en 30 de los 112 municipios que integran la entidad porque en esta tercera parte del territorio veracruzano el que manda es alguno de los grupos del crimen organizado que tiene bajo su poder a presidentes municipales y policías que están a su servicio.
El gobernador del PRI dejará a la entidad con una deuda de tres mil 500 millones de pesos. Pero más allá de este dinero, Duarte dejará una herencia de violencia y muerte en Veracruz que difícilmente podrá controlar el próximo gobernante.
En el arranque de este año la situación de violencia parece que no cambiará, en Tierra Blanca a plena luz del día y con toda impunidad la policía estatal se llevó a cinco jóvenes y se los entregó al crimen organizado, y apenas hace unos días se llevaron a la reportera Anabel Flores que apareció ejecutada.
Esto es reflejo de lo que los veracruzanos viven cotidianamente desde hace unos años, pero sobre todo desde que inició el gobierno de Javier Duarte el cual ha estado plagado de escándalos.
Como ejemplo habría que recordar que a principios de 2012, cuando apenas empezaban las campañas presidenciales de los candidatos, un avión del gobierno de Veracruz fue descubierto con 25 millones de pesos en efectivo en el aeropuerto de Toluca, Estado de México.
La PGR los decomisó y se iniciaron las investigaciones pues se sospechó que eran para la campaña del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto.
El secretario estatal de Finanzas, Tomás Ruiz González, exigió la devolución del dinero con el argumento de que era el pago de servicios de las fiestas de La Candelaria, el Carnaval y la Cumbre Tajín. Las investigaciones no fueron lo suficientemente profundas para corroborar la acusación de los partidos PAN y PRD, y el dinero tuvo que ser regresado a las arcas del gobierno de Javier Duarte.
A partir de entonces Duarte recibió el apoyo de Peña Nieto a pesar de que cada día que pasaba Veracruz se hundía en la violencia, los asesinatos, ejecuciones, desapariciones forzadas, robos, corrupción, impunidad, injusticia y represión a cualquier intento de protesta social.
La permanencia de Duarte no se puede entender sino es con la protección y ayuda del gobierno federal.
Las pifias del gobernador al desdeñar la gravedad de la situación en el estado, sus arranques de cólera en contra de los movimientos sociales, su indiferencia ante las demandas de los familiares de desaparecidos y la manera en que minimiza la ausencia de la justicia en el estado de ninguna manera soportan que termine su gobierno este año.
Duarte no gobierna en 30 de los 112 municipios que integran la entidad porque en esta tercera parte del territorio veracruzano el que manda es alguno de los grupos del crimen organizado que tiene bajo su poder a presidentes municipales y policías que están a su servicio.
El gobernador del PRI dejará a la entidad con una deuda de tres mil 500 millones de pesos. Pero más allá de este dinero, Duarte dejará una herencia de violencia y muerte en Veracruz que difícilmente podrá controlar el próximo gobernante.
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