Una de las víctimas del atentado en el aeropuerto de Bélgica. Foto: AP / Ketevan Kardava / Georgian Public Broadcaster |
Hora y media más tarde, se registró una nueva explosión en la estación de Maelbeek, del metro de Bruselas, muy cerca de todas las instituciones europeas.
“Temíamos un ataque terrorista y ha sucedido”, declaró el primer ministro belga Charles Michel en una comparecencia pública junto al fiscal general belga, Frédéric Van Leeuw.
Van Leeuw afirmó que uno de los ataques al aeropuerto fue perpetrado “por un kamikaze” y habló de “heridos graves”, sin abundar en detalles.
El primer ministro no pudo precisar el número de víctimas y dijo que la policía “está tratando de estabilizar la situación”, además que se desplegaron las fuerzas de seguridad, entre ellas el Ejército, en lugares donde “aún existe preocupación” de que pueda haber problemas.
La policía federal, abundó, está centrada en averiguar quiénes son los autores de los atentados y si alguno de ellos pudo huir. Según testigos citados por medios belgas en el aeropuerto se oyeron gritos en árabe antes de las detonaciones.
También comentó que la policía ha tenido que realizar un trabajo “enorme” en la explanada de salidas del aeropuerto porque, tras la explosión, todos los viajeros huyeron y dejaron abandonados los equipajes.
La prioridad en este caso, dijo, era asegurar que ninguna de esas maletas pudiera contener explosivos. “Ponemos todo de nuestra parte para normalizar la situación”, señaló el fiscal.
La policía encontró un rifle Kaláshnikov en la zona y un cinturón de explosivos sin detonar, que posteriormente hizo estallar de forma controlada, según informó la cadena pública RTBF.
Por la mañana se llevaron a cabo varios registros en la capital belga, dijo Michel, quien se refirió al atentado como una tragedia y llamó a los ciudadanos a permanecer “unidos y solidarios”.
Las explosiones en Bruselas se producen cuatro días después de la detención del yihadista Salah Abdeslam, quien huyó tras los atentados del 13 de noviembre en París, que provocaron 130 muertos.
Tras estos nuevos atentados varios países reforzaron al máximo las medidas de seguridad en los aeropuertos y cancelaron vuelos. La frontera por carretera y tren entre Bélgica y Francia también fue cerrada.
En tanto la red europea de trenes de alta velocidad Thalys —con conexiones entre París y Bruselas, Colonia y Ámsterdam—anunció que interrumpió por completo sus trayectos. También la compañía Eurostar, que conecta por tren Bruselas, París, Londres y Lieja, entre otras ciudades, canceló sus servicios con origen o destino en la capital belga.
Las instituciones de la Unión Europea emitieron una alerta naranja, que indica la existencia de una amenaza “posible y creíble”; las reuniones fueron suspendidas y sólo se permite el acceso a los funcionarios identificados.
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