La frase “la información quiere ser
libre” sintetiza, al menos en una porción considerable, el espíritu
‘ideal’ de nuestra época. En la medida en que rindamos culto activo a
esta premisa –algo así como abrirte a los flujos de data, aprovecharlos y
luego compartirlos o permitir que continúen su rumbo–, resonamos con un
credo que parece más que apropiado en esta ‘era de la información’.
Dentro de esta apertura generalmente
consideramos la información archivos de data que, idealmente, debiésemos
compartir sin restricciones. Pero pocas veces tomamos en cuenta los
accesos a ese cauce a través del cual fluye esta información, y aún más
rara es la consideración del papel que nosotros podríamos jugar para
favorecer ese acceso libre. Es decir, de vez en cuando surgen campañas o
iniciativas que promueven que un determinado gobierno ofrezca internet
gratuito a los habitantes de su país o de un sector de la población.
Pero, si yo pago a un proveedor el servicio de internet, jamás considero
abrir mi señal de
wi-fi para que otros puedan conectarse y
aprovecharla.
En la mayoría de los países las
velocidades de conexión a la red dejan mucho que desear, así que
mantener mi señal blindada contra extraños está lejos de garantizarme
una experiencia plena. Por otro lado, el que alguien se suba a mi señal
poco afectará mi propia de navegación –a menos que ese alguien sean
veinte ‘alguienes’ o que, por ejemplo, estén descargando grandes
cantidades de data, bajando música y video.
Una herramienta contra la vigilancia
Pero, si recolectar un poco de dharma
digital no es razón suficiente para animarte a abrir tu señal, existe
al menos otro buen incentivo para hacerlo. Esta práctica, sobretodo si
se populariza, dificultaría significativamente las labores de
vigilancia, ya que la correspondencia entre identidad personal y
dirección de IP dejaría de existir.
Para incentivar esta filosofía de
apertura inalámbrica, la misma organización, la EFF –por cierto, una de
las iniciativas pioneras en la defensa de la libertad de expresión y el
derecho a la privacidad en contextos digitales– lanzará el próximo mes
un software creado para que compartas una porción determinada de tu red
de wi-fi con cualquiera que esté próximo a tu módem. La iniciativa es
parte de la campaña OpenWireless.org.
y permitirá que el dueño del router mantenga una significativa
preferencia sobre su propia señal –de 95%– pero, a la vez, pueda
compartir el resto con cualquiera.
Cabe señalar que han existido ya casos
en los que se acusa a alguien de, por ejemplo, descargar pornografía
infantil y luego resulta que en realidad se trataba del vecino colgado
en su red. Para estos casos, una segunda fase del software planea
canalizar la navegación de externos a través de redes anónimas, por
ejemplo Tor, y así evitar ‘malentendidos’. Sin embargo, lo que se
propone la campaña a mediano plazo es precisamente anular la
correspondencia cultural y, por lo tanto, las posibles acciones legales
que responsabilizan a una persona de lo que sucede en un IP determinado.
Relájate y comparte
Si aprecias internet y muchos de los
fenómenos implícitos en este universo, favoreces la libertad de
expresión y condenas la vigilancia corporativa o gubernamental, crees
que la democratización del ‘conocimiento’ es un factor esencial para la
evolución colectiva y/o te identificas con el mantra inicial de este
artículo –“la información quiere ser libre”–, entonces quizá es buen
momento para liberar ya tu wi-fi y, así, colaborar con la generosa orgía
de data e interconexión que resultaría de una red inalámbrica ubicua. A
fin de cuentas, la información quiere ser libre.
Fuente : Pijamasurf
Twitter del autor: @ParadoxeParadis
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