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jueves, 12 de marzo de 2015

“Bots”, al ataque de la libertad de expresión y organización

MÉXICO, D.F. (apro).- El pasado martes 10, mientras los senadores designaban a Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en la red social Twitter rebotaban los temas “Me Pongo Nervioso Cuando”, “Hoy no pude” o “Dios no me hizo guapo”. El tema “Medina Mora” apenas llegó a la quinta posición de los trending topics.

                      
Protestan tuiteros contra ley Peña-Televisa en el Senado. Foto: Miguel Dimayuga

Esta situación no se explica por el desinterés político de los más de 11 millones de usuarios de Twitter en México. Hay otra razón:
“Las cuatro primeras tendencias fueron el producto de bots, cuentas apócrifas y automatizadas, lo revisé ayer”, afirma en entrevista con Apro el activista Alberto Escorcia.



“Es un sistema sofisticado porque silencian la tendencia sin que se note, tú piensas que alguien está detrás de la broma, pero son puros bots”, explica el especialista.

Al sustituir tendencias de Twitter por otras más anecdóticas, los bots permiten el “control de la libertad de expresión”, estima Escorcia. Y sigue: “cuando desapareces una tendencia haces que la gente no se organice, que nos se conozca entre sí”.

Desde hace dos años, Alberto Escorcia rastrea a las redes de bots –a los que denomina los “ciber acarreados”–, utilizadas tanto con fines políticos como comerciales para crear trending topics en Twitter a la velocidad de 150 mensajes por segundo.

Según el activista, existen dos tipos de bots. El “ingeniero” es una cuenta totalmente automatizada, con fotos de personas en general guapas, que reacciona a órdenes simples como enviar un twit. Aislado, un “ingeniero” es totalmente inútil, por lo que sus operadores suelen manejar grupos de entre 100 y 150 cuentas.

El bots “híbrido” lleva un carácter más sutil, según Escorcia. Se trata del perfil de un usuario real, quien “alquila” el acceso a su cuenta a una empresa de mercadotecnia digital. El usuario puede entonces tener una actividad normal en la red social, pero transmitirá los mensajes que le dicta la empresa.

De acuerdo con el entrevistado, estas empresas cobran alrededor de 50 mil pesos por la utilización de un grupo de 150 cuentas “zombis”.

Rastrear e impedir

Desde hace un mes, Alberto Escorcia amplió su proyecto. Ahora quiere crear un programa gratis y accesible en línea que permita seguir en tiempo real y de manera gráfica las tendencias de Twitter para detectar la actividad de los bots y desarticular sus acciones.

Al observar un movimiento de grupos de bots que se convertirá en una tendencia, el activista asegura que podrá prevenir una red de usuarios, los cuales denunciarán los mensajes automatizados y bloquearán la iniciativa maligna antes de que oculte a los demás temas.

El entrevistado apunta hacia la pantalla de su computadora, a lo que parece una cartografía del espacio: un fondo negro y miles de puntos ligados entre sí por hilos de colores, los cuales forman burbujas de color.

Luego explica que en un sistema de conversación normal entre varias personas se forman vínculos directos e indirectos entre ellas. En su pantalla, una conversación de Twitter parece una molécula con el tema de la plática en el centro y en su alrededor gravitan sus participantes como átomos.

Los bots, al contrario, no se relacionan entre sí ni con los demás, por lo que, en la pantalla de Escorcia, adoptan formas muy particulares que traicionan su presencia.

Una parte de ellos forma un círculo lejano del centro de la plática, que se parece a los anillos de Saturno. La otra parte se ensambla en “tumores”, representadas por enormes manchas monocromáticas.

Y los bots “burdos” –que suelen utilizar los gobernadores como el veracruzano Javier Duarte Ochoa o el poblano Rafael Moreno Valle o el Gobierno del Distrito Federal–, salen como espinas de las cuentas oficiales a las que están asociadas, ya que consisten simplemente en repetir los mensajes de los políticos.

“Censura suave”

Al detectar cuentas de Twitter que actuaban de manera extraña durante las elecciones presidenciales de 2012, Alberto Escorcia se percató que la candidata panista, Josefina Vázquez Mota, utilizaba una red de bots mediante la cual creaba tendencias, desarrollaba su promoción y desprestigiaba a sus rivales en las redes sociales.

Pero en 2012, la técnica apenas iniciaba en México y se refinó con el tiempo, hasta llegar al impresionante despliegue de 56 mil cuentas apócrifas –según los cálculos de Escorcia–, las cuales se activaron para invisibilizar el lema “Ya me cansé”, en referencia al estado físico del exprocurador, Jesús Murillo Karam, al momento de dar por concluida la búsqueda con vida de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.

Escorcia afirma que la relegación al quinto plano en las redes sociales de un tema relevante como la polémica designación de Eduardo Medina Mora no resulta sorprendente: en la administración de Enrique Peña Nieto, sostiene, los bots actúan prácticamente a diario, aplicando una “censura suave”.

“Hay una invasión de bots en este país. Atacan desde la derecha, el PRI e incluso de Morena”, asegura y subraya que “en general, apoyan y protegen a Peña Nieto”.

El entrevistado cuenta que se sorprendió al descubrir que Morena también utiliza bots. “Lo preocupante es que lo consideren como una opción, porque si alguien utiliza bots es porque no tiene apoyo real”, analizó.

Escorcia se considera como “un activista en la guerra por la información” que se está librando en México. “Estamos viendo una guerra contra la población, contra la información, contra el libre conocimiento. Todo es un combo completo contra lo que es libre”, plantea.

Por último, estima que “en México todo es un sistema autoritario: te imponen la compra de ciertas cosas, te imponen políticas a través de acarreados, de imposición”.

No es raro, dice, que una de las principales y más frecuente víctima de los ataques de bots en México es la periodista Carmen Aristegui.
Fuente : Proceso.

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