L PASO, Texas (apro).- El miércoles 29 de abril en Lower Valley, un vecindario humilde en El Paso, Texas, alrededor de las 21:30 horas, los vecinos escuchan sirenas de unidades policiacas que llegan al barrio.
Érik Emmanuel Salas Sánchez, un mexicano de 22 años residente en EU. Foto: Tomada de Facebook
Armando Cortez, residente de la calle Jesuits, donde las unidades se han detenido, sale de su casa para investigar qué sucede. Lo primero que ve es a Érik, un chico de 22 años, mexicano, parado en la entrada de la vivienda donde este último vive con su madre.
Luego atestigua gritos y forcejeos entre el joven y dos policías. Un oficial saca un arma de descargas eléctricas y atina al pecho del joven, pero éste no reacciona al ataque. Luego escucha varias detonaciones y deja de ver a Érik. Se acerca a la vivienda del chico y lo ve tirado, ensangrentado y agonizando en la sala. Los oficiales le piden que se retire y cercan el inmueble.
Esta es la versión de Cortez, de otro par de vecinos y de la propia madre de Érik. Pero la policía de El Paso asegura que el menor amenazó con matar a los agentes y uno de ellos disparó en defensa propia.
De acuerdo con el reporte policial emitido al día siguiente, Érik Emmanuel Salas Sánchez, un mexicano de 22 años, portaba una varilla metálica con la que amenazó a los oficiales y les gritó que los mataría.
El documento relata que la oficina central de la Policía recibió una denuncia de robo a una casa ubicada en el número 300 de la calle Jesuit, en el área del Valle Bajo. Cuando los agentes llegaron encontraron al sospechoso con una varilla metálica en una mano y al pedirle que la dejara, éste los amenazó, por lo que uno de los agentes disparó una descarga eléctrica. Sin embargo, ésta no fue efectiva.
“Aún armado con el objeto metálico, amenazó a los oficiales y un oficial con 10 años en la agencia disparó su arma de fuego impactando a Sánchez”, quien fue llevado al hospital Del Sol, “donde murió por las heridas”, apunta el reporte oficial.
La dependencia, la cual no respondió a las llamadas y mensajes electrónicos de este reportero, no detalló si Érik fue encontrado cerca de la casa de donde vino la denuncia o por qué él era el destinatario de la queja vecinal.
Sin embargo, vecinos y familiares de Érik afirman que los agentes le dispararon después de que éste opuso resistencia a ser detenido.
“Yo nunca vi la supuesta vara metálica con la que los amenazó, ni escuché que el muchacho les dijera que los iba a matar”, dice Cortez a Apro.
Ramón Gómez, otro de los vecinos que atestiguó los hechos, asegura que Érik “era un muchacho tranquilo, que pedía trabajar cortando el césped del jardín o de lo que hubiera. Era muy insistente. Iba puerta por puerta pidiendo trabajo aquí en el vecindario”, relata Gómez.
Celia Sánchez, la madre del joven, cuenta a Apro: “Estábamos en casa cuando llegaron los policías, tocaron la puerta y mi hijo salió. Escuché que empezó a discutir con los oficiales que le pedían que saliera de la casa y luego le dieron con un taser y enseguidita le dispararon”.
La madre explica que aún agonizando sobre el suelo de su casa, los agentes procedieron a arrestar al joven.
Un lugar seguro
La familia Salas cruzó la frontera a El Paso hace alrededor de cinco años, cuando la violencia del narco azotaba a la vecina Ciudad Juárez. Buscaron un lugar que pudieran pagar y donde dar hogar a Érik y sus hermanos. Lo encontraron en el área de Lower Valley, en una pequeña casa dentro de un barrio habitado por muchos adultos mayores.
Érik no terminó sus estudios. Sin embargo –refieren los vecinos– siempre estuvo al pendiente de encontrar trabajo y de proveer recursos para él y su madre, Celia. En general, los conocidos de Érik lo describen como “un buen muchacho”.
Jairo Salas, hermano de Érik, matiza: “Mi hermano no era una blanca palomita, pero la forma en que le quitaron la vida nadie la merece, ni debe morir así. Mucha gente opina sin saber absolutamente nada, sólo espero nunca pasen lo que estamos pasando”, escribió en su cuenta de Facebook tras cambiar su imagen de perfil por una que dice: “Detengan la brutalidad racista policiaca”.
Érik, como joven inquieto, se perforó el labio inferior en dos ocasiones. Los amigos aseguran que fumaba marihuana de vez en cuando y que “era bien tira-rollo” con las mujeres. Todos coinciden en que de eso a ser un ladrón, como asegura la policía, está muy lejos.
Nora Salas, hermana de Érik, ve dos ironías en la muerte de este último: “Nos venimos para El Paso por la inseguridad en Juárez y nunca nos imaginamos que aquí iban a matarlo”. La segunda: “Se supone que los policías están para cuidarnos y fueron ellos los que rompieron la ley para matar a Érik”.
El 30 de abril los integrantes de las familias Salas y Sánchez pusieron un moño negro en el perfil de su hermano en Facebook. Sin embargo, decidieron cambiarlo por imágenes que denuncian el abuso policial y el racismo en Estados Unidos.
Celia, la madre de los tres jóvenes, afirmó que demandará a la dependencia estadunidense por abuso de un agente policiaco hasta ahora no identificado. Está en espera de los resultados de la investigación interna de la policía sobre la actuación de sus agentes. La asesora un abogado proporcionado por el Consulado de México en El Paso.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) emitió el 30 de abril un comunicado en el que consideró que en el “lamentable” incidente existió “uso de la fuerza por parte de oficiales del Departamento de Policía de la ciudad de El Paso”.
El texto agrega que el Consulado General de México en El Paso está en contacto con la familia, a la que se le ha brindado asesoría y asistencia consular correspondiente.
“La señora no puede regresar ahora a su casa, que está cerrada por la policía… la estamos apoyando para que tenga dónde quedarse hoy (jueves 30), o comprarle ropa o comida, mientras la dejan entrar”, dijo el cónsul general Jacob Prado.
Prado aseguró que este no es un problema de discriminación ni de perfil racial. Añadió que “se envió una misiva al jefe de la policía de El Paso, al alcalde Óscar Leeser y a los Rangers de Texas… manifestando nuestra preocupación por el incidente, rechazando el uso excesivo de la fuerza y pidiendo que se lleve a cabo la investigación correspondiente”.
La SER solicitó a las autoridades de El Paso una investigación exhaustiva, “sin sesgos”, que deslinde responsabilidades.
La dependencia se reservó información personal sobre los ciudadanos mexicanos afectados por este incidente por motivos de privacidad.
Por su parte el Departamento de Policía de El Paso se limitó a expedir un comunicado de prensa detallando los hechos. Precisó que el agente responsable fue puesto en disposición administrativa mientras se resuelve su situación legal.
De acuerdo con registros oficiales, con Érik suman 75 mexicanos asesinados por miembros de alguna agencia policiaca estadunidense durante los últimos 10 años. En la mayoría de los casos se acusó a los agentes de “abuso” o de “uso excesivo de fuerza”, pues se utilizó contra ellos disparos de arma de fuego, descargas eléctricas o ahorcamiento. Además, existen casos en que caballos de agentes policiacos pisotearon a personas de origen mexicano provocándoles la muerte.
De los 75 mexicanos muertos, se han resuelto apenas 56 casos, mientras que la investigación de los restantes no ha llegado a resultado alguno. Y en sólo nueve casos se ha resarcido el daño a los familiares de las víctimas.
En 48 de estos casos ha participado la Patrulla Fronteriza, la Oficina del Sheriff y policías de caminos, además de las policías locales, como en el caso de Érik.
El homicidio inmediato anterior al de Érik ocurrió el pasado 11 de febrero, cuando tres policías de Washington dispararon contra Antonio Zambrano Montes, de 35 años.
La madre de Érik dice que su hijo estaba en casa cuando, alrededor de las 21:15 de la noche, la policía de El Paso recibió una llamada de una vecina, quien aseguraba que un hombre estaba intentando meterse a su hogar.
Horas antes los vecinos vieron a Érik pedir trabajo casa por casa.
El joven cortó el césped de algunos de ellos, lavó el auto de otros y regresó a su vivienda donde vivía con su madre. Hasta ahora las autoridades no han comprobado que la denuncia de la vecina señale directamente a Érik. Sin embargo, su madre dice: “Aunque así hubiera sido, no es motivo alguno para matar a una persona”.
Fuente : Proceso.
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