El domador y su jaula
OMNIA por Eduardo R. Huchim
Al hablar de que en materia de corrupción y transparencia, el Estado mexicano y la sociedad lo que están haciendo es “domar auténticamente la condición humana”, el presidente Enrique Peña Nieto lanzó una provocación que no sólo da materia a los caricaturistas –como dijo el mandatario-, sino exige precisiones.
Atribuir la corrupción a la “condición humana” sigue la lógica del discurso presidencial que la considera también “un problema cultural”. Puede tener razón el Presidente pero, suponiendo sin conceder, que la corrupción sea una “condición humana”, habría que decir que también la honestidad es una condición humana, pero que se marchita cuando la violación a la ley no va seguida de la posibilidad cierta de que habrá una sanción. Dicho de otro modo, la corrupción va a toda vela en México porque la posibilidad de ser castigada es lejana, y hablo de punición real, efectiva, no sólo de su inclusión en las leyes. La impunidad es el problema, más que la corrupción.
De ese tema se ocupó el economista Gary Becker, premiado con el Nobel en 1992, en su hipótesis de “la economía del crimen”. Enunciada sucintamente, esta hipótesis establece que el estímulo para delinquir no se frena por las sanciones previstas en las leyes, sino sólo puede desincentivarse si quien delinque recibe realmente el castigo previsto legalmente. Si, como ocurre en México, el delincuente sabe que las posibilidades de ser capturado, procesado y sentenciado son bajas, entonces los estímulos para delinquir son altos. De ahí que mientras los porcentajes de impunidad sean elevadísimos, como ocurre en México, de poco servirán las reformas legislativas, trátese de delincuencia común, organizada o de cuello blanco. Es risible por ello la aceptación que suele tener el aumento de las penas para ciertos delitos. ¿De qué nos sirven penas cada vez más severas si no capturamos a los delincuentes?
Sin negar el relativo avance que en sus respectivas áreas poseen el Sistema Nacional de Transparencia y el Sistema Nacional Anticorrupción, lo cierto es que su utilidad sólo se materializará no cuando la corrupción se extinga –algo imposible si está en la condición humana, como expresa Peña Nieto-, sino cuando sea castigada doquiera se presente, inclusive en Los Pinos. Mientras esto no ocurra, todo será agua de borrajas.
Y procesar al huésped de Los Pinos es algo punto menos que imposible en México, a menos que el Congreso, dominado por su partido, haga valer su presunta soberanía. Mientras eso ocurre no se puede dejar de lamentar que las reformas constitucionales que dieron vida a esos sistemas no apliquen para el Jefe del Estado, que está blindado por el artículo 108 de la Constitución: “El Presidente de la República, durante el tiempo de su encargo, sólo podrá ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común”.
En consecuencia, para domar a la condición humana que supuestamente propicia la corrupción, se precisa que el domador empiece por limpiar su propia jaula. ¿Donará sus inmuebles de escándalo a los programas contra la pobreza y renunciará al lujoso y costoso avión presidencial, para empezar por el desaseo más evidente…? Si tal prodigio ocurriera, entonces podríamos comenzar a hablar de que la corrupción ha empezado a ser domada.
De IVA y otros impuestos
El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, está mal evaluado en las encuestas, tanto como el presidente Peña Nieto. Sin embargo, es difícil no establecer la disparidad: mientras el gobierno federal, por conducto del SAT, anuncia que las tortas, burritos, quesadillas y similares tendrán IVA de 16% a partir del 1 de julio en las llamadas tiendas de conveniencia, el gobierno capitalino anuncia en cambio que en 2016 no habrá alza de impuestos (aunque sí la actualización por inflación) y se continuarán los beneficios en el impuesto predial para grupos vulnerables como adultos mayores, madres solteras, jubilados y discapacitados.
Más allá de filias y fobias, es fácil ubicar dónde está la preocupación por apoyar a quienes más lo necesitan y dónde un insaciable afán recaudatorio para llenar arcas que luego son saqueadas y/o empleadas para el lujo y el dispendio.
ABC, XYZ
Triste país éste donde los núcleos poblacionales que más apoyo demandan, bebés y ancianos, afrontan episodios de desprotección y muerte. Hace unos años, México se estremeció con el incendio de la guardería ABC en Hermosillo, donde murieron 49 infantes, y hoy se entristece con el incendio del asilo de ancianos Hermoso atardecer en Mexicali, con el saldo trágico de 17 fallecidos.
Y lo peor: en ambos casos surge la sospecha de que los incendios fueron provocados intencionalmente. En el caso de ABC la injusticia se mantiene insatisfecha. Hagamos votos por que no ocurra lo mismo en el caso de los ancianos y exijamos que, en ambos, no exista ni continúe la doble victimización a los familiares.
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