MÉXICO, D.F., (apro).- Exultante, altivo, el multimillonario Alberto Bailleres González se ciñó al pecho la medalla Belisario Domínguez y, ante los tres poderes del Estado, reinvindicó el reconocimiento para el empresariado de México.
Peña entrega la medalla Belisario Domínguez al empresario Alberto Bailleres.
Foto: Miguel Dimayuga
“Se reconoce a los mexicanos dedicados a la labor empresarial”, reiteró el magnate, quien pronunció un discurso voluntarista.
Para el galardonado, México tiene problemas, pero los superará cuando los mexicanos se unan “y seamos capaces de desterrar el pesimismo”.
La de hoy en el Senado fue una estampa del México neoliberal: El poder político se le rinde al dinero.
Ahí estaba el titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto; del Judicial, Luis María Aguilar Morales, y por el Legislativo el presidente del Senado, Roberto Gil Zuarth, el anfitrión.
Invitados varios los potentados, encabezados por Claudio X. González, el ideólogo y operador de los magnates del país y padre del principal orquestador de la represión a los maestros que llama “terroristas”.
Hoy fue el día del empresariado asociado al poder político.
La medalla lleva el nombre del senador chiapaneco asesinado por el usurpador Victoriano Huerta por haberlo criticado y Bailleres cubrió de elogios a sus promotores.
A Peña y al Congreso los felicitó por las reformas estructurales y con ese mismo ánimo, dijo, “atisbó el resplandor”, porque “nuestro país está llamado a la grandeza”.
Emocionado, el magnate Bailleres besó la medalla Belisario Domínguez, que nació como un homenaje a la dignidad de un senador ante el poder político criminal que degradó a reparto partidario y ahora honra al lucro sin llenadera.
La presea se creó para premiar los mexicanos que se han “distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente como servidores de nuestra patria o de la humanidad”.
Ahora Bailleres es uno de ellos y a los críticos del premio se les responde con un disparate, como el de la senadora panista Mariana Gómez del Campo: “Seguro alguno de ustedes tiene una credencial del ITAM o una tarjeta de crédito del Palacio de Hierro”.
El empresariado está feliz, reconoce el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Gutiérrez Candiani. “Es un gran reconocimiento, muy merecido”.
–¿Es un reconocimiento al modelo neoliberal y cuyos cuadros forma en el ITAM?
–¡No, eso no tiene nada que ver! Es más bien un reconocimiento al esfuerzo de un mexicano que ha invertido muchas décadas a favor de la educación en México.
Ante las críticas, el líder empresarial dijo que este es un país plural. “Es importante que el Congreso reconozca también a un sector fundamental dela vida nacional”.
–¿Es un día de fiesta?
–¡Estamos contentos!
Antes de llegar a la ceremonia, la senadora Layda Sansores, del PT, le entregó al presidente Enrique Peña Nieto una copia del libro La Casa Blanca de Peña Nieto, que reúne la investigación sobre la mansión de la pareja presidencial adquirida a Grupo Higa.
“Señor Peña Nieto, le quiero entregar esta carta que expresa mucho de lo que sienten los mexicanos”, expresó la senadora, quien añadió: “Le entrego este libro porque con la Casa Blanca usted nos deja un legado de corrupción y de impunidad, ojalá le sirva”.
Peña Nieto respondió: “Con muchísimo gusto senadora, lo veo con mucho gusto”, y esbozó una sonrisa. De inmediato Peña Nieto entró al pleno.
Censor, aliado de los poderosos
Dueño en México de la Coca-Cola, de la tienda de lujo “El Palacio de Hierro”, de la contaminante Industrias Peñoles, de aseguradoras y negocios, incluido el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), semillero de funcionarios en los sexenios recientes, es el tercer hombre más rico de México.
Según estimaciones de la revista Forbes, su fortuna asciende a 18 mil 200 millones de dólares, además de que ocupa el lugar 121 en la lista global de los más ricos.
La más reciente incursión de Bailleres en los negocios fue en el codiciado mercado del petróleo: Le fue asignado el bloque 4 a Petrobal, su empresa petrolera que forma parte de un consorcio integrado por la estadunidense Fieldwood Energy LLC.
El director general de Petrobal, Carlos Morales Gil, fue director de Pemex Exploración y Producción y conoce como pocos el mapa de la riqueza petrolera de México que está a subasta con la reforma energética aprobada por quienes le dieron la medalla Belisario Domínguez.
La presea honra la memoria del senador chiapaneco que repudió al usurpador Victoriano Huerta; éste ordenó asesinarlo el 7 de octubre de 1913 tras una dura crítica que hizo públicamente:
“La verdad es ésta: durante el gobierno de don Victoriano Huerta no solamente no se hizo nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República es infinitamente peor que antes. La Revolución se ha extendido en casi todos los estados; muchas naciones, antes buenas amigas de México, rehúsanse a reconocer su gobierno, por ilegal; nuestra moneda encuéntrase depreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa de la República amordazada o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y, por último, el hambre y la miseria en todas sus formas amenazan con extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada patria”.
Bailleres nunca ha hecho una valoración sobre la atroz realidad mexicana ni ha hecho mínima crítica al poder político, priista o panista, porque de ellos sólo ha recibido beneficios, como las concesiones mineras en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Y con los priistas ni se diga.
El reportero Carlos Acosta publicó en la revista Proceso, en marzo de 1999, (edición 546) sobre la relación de Bailleres González con algunos presidentes de la República:
“Alberto Bailleres ha sido un empresario de ligas estrechas con el poder político, con el que ha establecido una relación de favores mutuos. Por ejemplo, en los años setenta ayudó a Luis Echeverría en su campaña contra el Excélsior de Julio Scherer, diario al que acusaba de sostener una política catastrofista en contra de la libre empresa y de claros propósitos de acabar con nuestro sistema de libertades.
“Sus buenas relaciones con López Portillo y Miguel de la Madrid le permitieron gozar de privilegios, como condonaciones de adeudos fiscales, renegociación favorable de sus deudas y solución, también a su favor, de conflictos con sus trabajadores sindicalizados.
“Más adelante, con Carlos Salinas, fue uno de los beneficiarios del proceso de privatización: Las paraestatales Unidad Industrial Torreón, Refractarios Hidalgo y Compañía Minera Cedros, así como un buen paquete de acciones de Bancomer, fueron para Bailleres.
“Aunque nada ha sido gratis. Bailleres fue uno de los más entusiastas entre los grandes empresarios que financiaron la campaña presidencial de Carlos Salinas de Gortari.
“Años después, sería uno de los célebres comensales que, reunidos en la casa de Antonio Ortiz Mena, en febrero de 1993, mostraron total disposición para aportar no menos de 75 millones de pesos, cada uno, para las campañas electorales del PRI”.
Fuente : Proceso.
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