MÉXICO, D.F. (apro).- Tan urgido está el gobierno de Enrique Peña
Nieto por mayores ingresos, que ya definió como “rico” a todo aquel que
tenga una mascota en su casa –ya sea perro, gato o cualquier otra
especie pequeña–, independientemente de sus ingresos.
Y por tanto,
deberá pagar el correspondiente 16% de IVA lo mismo cuando compre el
alimento para aquéllos o cuando adquiera otro animal doméstico en algún
establecimiento formal.
Y no es broma. La exposición de motivos
del decreto que modifica la Ley del IVA –que forma parte de la reforma
hacendaria que presentó el presidente el domingo pasado– así lo señala.
Dice
–de manera contundente– que las croquetas y cualquier otro alimento
procesado, son “alimentos que evidentemente no están destinados al
consumo humano y, por otra parte, quienes adquieren estos bienes
reflejan capacidad contributiva y, en consecuencia, se trata de
manifestaciones de riqueza que deben ser gravadas”.
Y por si no
queda claro, advierte que comprar ese tipo de alimentos es adquirir “un
bien suntuario”. Y abunda: “Los consumidores finales de estos alimentos,
expresan su capacidad contributiva y económica al estar en posibilidad
de adquirir dichos productos, sin dejar de lado que no constituyen
bienes de primera necesidad, pues el tener o no una mascota puede
relacionarse con una actividad de recreación y no con una necesidad
básica”.
Categórica, pues, la definición.
Otra de las
fuentes de ingresos elegida por el gobierno federal es aplicar la tasa
general del IVA a las gomas de mascar; los chicles, pues.
Y eso,
por una sencilla razón –dice el documento presidencial, con la misma
contundencia–: “El chicle o goma de mascar no goza de las
características de un alimento, ya que es una goma masticable que puede
tener un origen natural o sintético. El chicle proviene del árbol
denominado ‘chiclero’ y consiste en la savia extraída de éste, mientras
que la goma de mascar sintética es aquella obtenida de compuestos
sintéticos”.
Y, para los ignorantes mexicanos: “La goma de mascar
se define como el producto elaborado a base de gomas naturales o
sintéticas, polímeros y copolímeros, adicionados de otros ingredientes y
aditivos para alimentos.”
Pero no son alimentos. Por tanto, dice, no hay razón para que sigan con la tasa cero del IVA.
Otra
fuente por la que el gobierno espera “jugosos” ingresos es la de gravar
también con IVA los boletos de entrada al cine y a todo espectáculo
distinto del teatro y el circo.
Y hay que gravarlos porque, dice,
quienes más acuden a ellos son los ricos. Otra vez. Y según las cuentas
oficiales es rico aquel que gane 41 mil 660 pesos brutos al mes, o 100
mil o un millón, o sea tan acaudalado como cualquier mexicano que
aparezca en las listas de Forbes.
Son lo mismo: ricos y, si pasa en las cámaras la ley propuesta por Peña Nieto, pagarán 32% de Impuesto sobre la Renta (ISR).
Así justifica la exposición de motivos la propuesta de aplicar IVA al cine y otros espectáculos públicos:
“El
gasto corriente monetario en espectáculos públicos está concentrado en
los hogares de mayores ingresos: 30% de los hogares de mayores ingresos
realiza 80% del total de gasto por este concepto, en comparación con
3.7% que significa para 30% de los hogares de menores ingresos.
Considerando lo anterior, con el fin de darle mayor progresividad al
sistema impositivo en su conjunto, se propone a esa soberanía eliminar
la exención en el IVA a los espectáculos públicos, manteniéndola
únicamente para las funciones de teatro y circo en los términos que hoy
se prevé.”
Que se jodan los “ricos” y de paso los que no lo son pero que también van al cine y a otros espectáculos.
¿Y por qué el teatro y el circo seguirán con la tasa cero del IVA? El documento lo explica así:
“Para
que las actividades artísticas más antiguas e influyentes de la
humanidad adquieran fortaleza y se remonten a la grandeza de sus
inicios”. Y también para “promover y fomentar las actividades culturales
más antiguas de la civilización”.
Pero no dice quiénes van más al teatro y quienes más al circo.
En
la obsesión gubernamental contra los “ricos”, el decreto que modifica
la ley del IVA también establece aplicar el impuesto a las colegiaturas,
a la compra y venta de casas habitación, así como a los intereses de
las hipotecas.
Igual pasará con el transporte terrestre de
pasajeros por carretera; con la venta de oro, joyería, orfebrería,
piezas artísticas u ornamentales y lingotes, cuyo contenido mínimo de
dicho material sea de 80%, siempre que su enajenación no se efectúe en
ventas al menudeo con el público en general.
Se les elimina la exención y ahora pagarán su 16% de IVA.
También
contra los “ricos” habitantes de las zonas fronterizas la emprende el
gobierno. Quiere que la tasa de 11% de IVA se elimine y tributen con la
tasa general de 16%.
Y lo explica así:
“Con respecto al
aislamiento que existía entre las poblaciones fronterizas del resto del
país que originalmente justificaba este tratamiento (la tasa baja de
IVA), se puede señalar que actualmente este argumento no tiene sustento,
debido a que la infraestructura de comunicaciones y avances
tecnológicos han estrechado la integración económica y comercial de la
región fronteriza con el resto del territorio nacional. Actualmente, la
zona fronteriza cuenta con mejor infraestructura de comunicaciones y
transportes que el resto del país.
“En el caso de acceso a
Internet –continúa–, el porcentaje de los hogares que cuentan con este
servicio en las entidades fronterizas es de 16%, en tanto que en las
entidades no fronterizas este indicador es de 12%; en el caso de la
telefonía fija y móvil, la brecha es mayor ya que en las entidades
fronterizas existen 95 líneas telefónicas por cada 100 habitantes y en
el caso de entidades no fronterizas existen 80 líneas por cada 100
habitantes.”
Ya si los habitantes de esas zonas prefieren cruzar
la frontera para comprar en Estados Unidos productos más baratos, o
establecer sus negocios, es otra cosa. No importa que en el país se
desplome el consumo.
El chiste es hacer que los “ricos” paguen.
Fuente : Proceso
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