MÉXICO, D.F. (apro-cimac).- A sus 22 años, Elia Carbajal Becerril tenía un futuro halagüeño en la música, pero un incidente del que no tuvo nada que ver la tiene desde fines del año pasado en prisión, con el riesgo de ser sentenciada a 70 años de cárcel.
El pasado 7 de diciembre la estudiante de canto fue detenida por agentes ministeriales sin orden de aprehensión.
Elia Carbajal Becerril, estudiante. Foto: Especial
Además fue incomunicada por más de 24 horas y obligada a declararse culpable del crimen de una mujer que no cometió y, por si fuera poco, enfrenta otro cargo por cohecho.
Desde los 10 años de edad, Elia se dedicó a estudiar canto; apoyada por sus padres pasó la mayor parte de su infancia participando en coros y obras musicales. Su dedicación la llevó a cantar ópera en escenarios importantes a nivel nacional, como Bellas Artes, y en países como Canadá, Japón o Francia.
En 2014 Elia quiso ingresar a la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero no lo logró. Ante ello se incorporó a la escuela de música y arte “Instituto Cardenal Miranda”, cuenta su padre, José Guadalupe Carbajal Arenas.
Fue ahí donde, dice, Elia conoció a Yael Eduardo Espinosa Guerrero, estudiante de violonchelo. Al poco tiempo de conocerse, ambos jóvenes establecieron una relación de noviazgo.
De acuerdo con José Guadalupe, las reglas eran muy estrictas para su hija. Dio su visto bueno siempre y cuando avisara en todo momento en dónde estaba. “Él nunca se portó agresivo con ella o con la familia, pero notaba algo raro en él, como que era muy callado”, recuerda.
Refiere que el sábado 6 de diciembre de 2014 Elia ensayaba para una obra de ópera, cuando recibió un mensaje de su novio Yael, quien le pidió que fuera a verlo a la casa de su abuela en el municipio mexiquense de Cuautitlán.
“Ella nos habló como a las 8 de la noche y nos dijo que Yael no había llegado aún y como era tarde para regresar hasta la casa (ubicada en la colonia del Valle en el Distrito Federal), se iba a quedar allá”, narra el padre de Elia.
Las horas del domingo 7 de diciembre fueron de angustia para la familia: Elia no volvió a su casa por la mañana como prometió, no respondía al teléfono y nadie sabía dónde estaba. Ante la desesperación, sus padres presentaron una denuncia por desaparición el lunes a las 2 de la mañana.
Fue hasta el lunes 8 que Elia llamó a sus padres: estaba en el Ministerio Público (MP) de Cuautitlán Izcalli, Estado de México. Lo que ocurrió durante las horas que sus padres no supieron de ella está asentado en los expedientes 1080/2014, en el que se acusa a Elia del delito de cohecho, y 1077/2014, abierto por feminicidio; ambos en los juzgados penales orales de Cuautitlán Izcalli.
Detención arbitraria
La mañana del domingo 7 de diciembre, policías ministeriales llegaron a la casa de la abuela de Yael, en busca de Elia. La detuvieron sin orden de aprehensión y sin decirle de qué se le acusaba, la metieron en un automóvil y la golpearon varias veces en la cabeza, los brazos y las piernas.
La entregaron al MP de Cuautitlán Izcalli, donde Elia fue torturada para que firmara una confesión en la que se declara culpable de incitar a su novio a asesinar a Silvia Paredes Muedano, joven de 17 años, cuyo cuerpo fue localizado el 3 de diciembre de 2014 en el armario del cuarto de Yael.
“Me pasaron a un cuarto, al fondo unas oficinas y me dijeron que iban a hablar conmigo, pero ellos me siguieron pegando, me pusieron una bolsa en la cara, me amarraron los brazos con unas vendas (…), me acostaron y alguien se puso encima de mí, me echaron agua en la boca y en la nariz”, se lee en la declaración de Elia de la carpeta administrativa 1077/2014.
En entrevista con esta agencia, César Alfonso Sánchez Aguilar, abogado de Elia, sostiene que esta forma de tortura es sumamente común en el Estado de México, pues “sin dejar marcas visibles en el cuerpo, se tortura a muchas personas para arrancarles una confesión y encontrar a un culpable”.
El abogado explica que en el momento en el que Elia fue presentada ante el Ministerio Público se le fabricó una acusación de cohecho para detenerla mientras se libraba la orden de aprehensión por feminicidio.
“La acusaron de ofrecerle 10 mil pesos a los agentes ministeriales para que no fuera detenida, pero Elia ni siquiera estaba en su casa y sólo traía el dinero justo para sus pasajes”, agrega el defensor.
Actualmente el juicio por el delito de cohecho sigue su curso y está en la etapa de investigación, mientras que Elia está presa en el penal de Cuautitlán.
En un primer momento, la Procuraduría General de Justicia del Estado de México presentó a la joven como autora intelectual del feminicidio de Silvia, asegurando que ella pertenecía a una “secta satánica” y había ordenado a Yael que matara a Silvia como un “sacrificio humano” necesario para ser parte de la secta.
La carpeta de investigación continuó siendo integrada sin que –según el abogado– se permitiera a la defensa de Elia presentar pruebas a su favor.
Fue el pasado 15 de diciembre cuando se dictó en su contra un auto de vinculación a proceso por el delito de feminicidio, en calidad de “partícipe instigador”. De ser declarada culpable, Elia podría ser condenada hasta con 70 años de prisión, según el Código Penal mexiquense.
Ante las violaciones al debido proceso de las que fue víctima Elia, sus representantes legales apelaron el auto de vinculación a proceso, y solicitaron la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para que el organismo aplique a la joven el Protocolo de Estambul (prueba para demostrar que fue víctima de torturas).
“Para mí, una de las cosas más injustas que ha enfrentado mi hija es que la PGJEM haya ensuciado su nombre; fue víctima de difamación; en varios medios locales apareció la noticia de que ella invocaba rituales satánicos cuando no tienen pruebas de ello, y no han dejado que ella dé su versión de los hechos”, dice su padre.
Tanto José Carbajal, como el abogado consideran que la acusación contra la joven corresponde a una estrategia estatal por “encontrar culpables a toda costa; lo que quieren es decir que hacen su trabajo y que esclarecen los delitos, aunque en realidad arranquen las confesiones por tortura y no investiguen los asesinatos o resuelvan de fondo la violencia contra las mujeres”.
Fuente : Proceso.
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