Foto: Moisés Pablo/ Cuartoscuro |
Algunas consideraciones. Los hechos ocurrieron en Guerrero en febrero de 2015, Sedena tuvo
conocimiento hasta diciembre y ha iniciado procesos por encubrimiento y desobediencia. ¿Qué pasa con los controles internos y los ministerios públicos que lleva a un caso como este a pasar desapercibido casi un año? Por su parte, la PGR fue notificada en enero de este año, ¿Qué hizo la PGR por 4 meses con esa información? Nada. Es hasta la divulgación del video que reacciona y en unos días obtuvo órdenes de aprehensión contra miembros de la Policía Federal y el Ejército.
Es evidente que la disculpa se da como reacción al video y no a la práctica aberrante de la tortura. La Sedena pudo haber notificado del hecho y pedir disculpas desde diciembre pasado si lo que le preocupará fuera la tortura y no la divulgación de la misma.
No estoy del lado de aquellas voces que han recibido con agrado las disculpas. De nada sirven si son en lugar de abordar el problema. Recuerdo dos hechos, el presidente Peña Nieto ofreció disculpas por el evidente conflicto de interés en el caso de la Casa blanca y Luis Videgaray hizo lo mismo por su casa en Malinalco. Quisieron atajar a la opinión pública que fuertemente criticaba pero nunca pretendieron cambiar la realidad, transparentar claramente, resolver de inmediato. La disculpa era en lugar de y no además de.
En el caso de la tortura, un video pesó más que el informe del Relator especial sobre la tortura, Juan Méndez, que la declaración del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, que el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que los reportes de diversas organizaciones de la sociedad civil nacionales y extranjeras y que diversas investigaciones periodísticas. En todos ellos la tortura en México es diagnosticada como un grave y generalizado problema. Lo difundido en el video no es un hecho aislado como pretendieron hacer ver en sus disculpas de días recientes.
Luis Raúl González Pérez, presidente de la CNDH, declaró que “no basta la disculpa pública, lo que sí es necesario es aplicar responsabilidades penales”. Por su parte Juan Méndez afirmó que la disculpa “va en la dirección correcta, siempre que implique también un cambio de actitud de las autoridades policíacas o militares” y Human Rights Watch reconoció el valor de la disculpa pero indica que el gobierno debe reconocer que dichos abusos son comunes y que se debe garantizar la justicia.
En días recientes, Enrique Gil miembro de la Comisión interamericana de Derechos Humanos declaró sobre México que “desconocer que hay violaciones a derechos humanos sería quebrantar el principio de realidad”, agregaría yo que los gobiernos de los tres niveles y la partidocracia han contribuido no solo a quebrantar el principio de realidad sino a violentar la realidad. Basta de simulación.
Lo que se requiere es el reconocimiento de la realidad, aceptar los diagnósticos realizados por expertos nacionales y extranjeros, abordar la crisis de Derechos Humanos, garantizar la no repetición, reparar integralmente a las víctimas, resolver el grave problema de impunidad generalizada, cambiar el modelo de lucha contra el crimen organizado. Entonces y solo entonces serían creíbles las disculpas.
Si están comprometidos con las víctimas, con detener las violaciones a Derechos Humanos y quieren seguir con las disculpas, aquí unas sugerencias. Que pidan disculpas por los niveles de impunidad, corrupción, tortura, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, violencia contra migrantes, desigualdad y un largo etcétera.
Fuente : AristeguiNoticias.
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