Las banderas de Brasil y México en la tribuna de un estadio de futbol (Getty Images) |
En
mesas de café, artículos periodísticos y discusiones académicas, las
comparaciones entre México y Brasil se han vuelto cada vez más
recurrentes. Cada quien usa a Brasil como le gusta y como le conviene
para apuntalar sus argumentos.Las banderas de Brasil y México en la tribuna de un estadio de futbol (Getty Images)
Sin
embargo, ¿para qué opinar cuando se puede medir? Este artículo ofrece
datos que hablan por sí mismos. Aparecen en negritas aquellos rubros en
los que uno de los dos países aventaja al otro y en números rojos cuando
la ventaja es muy amplia.
Mayor presencia y capacidad del Estado. En
Brasil, no sólo hay un Estado más presente en la promoción del
desarrollo económico y social, hay también un Estado con mayor capacidad fiscal, lo que también se refleja en un mayor gasto público.
El
dato clave es la recaudación tributaria como proporción del PIB, casi
tres veces superior a la de México. Esto significa que hay un Estado que
cobra impuestos (no necesariamente de la forma progresiva en que
debería hacerlo) y, como es obvio, que éstos son mucho más altos que en
México.
Brasil tiene una de las cargas fiscales más
alta de América Latina, sólo superado por Argentina. Ese dato desmiente
a quienes consideran que no es posible elevar los impuestos en México
porque las inversiones se irían a otro país. Si así fuera, habría que
preguntarse por qué la Inversión Extranjera Directa captada por Brasil
es tantas veces superior a la de México, donde viene descendiendo
continuamente en los últimos 10 años. ¿Por qué Brasil ha crecido más en
la última década? ¿Por qué la productividad laboral en Brasil es más del
doble que en México?
Los dos países exhiben una tendencia opuesta en materia de salarios. Mientras
en México el poder de compra del salario mínimo se ha venido
reduciendo, en Brasil su valor real creció casi en un 60% durante la
última década.
Este dato podría
desmentir dos visiones: la idea de que el aumento del salario mínimo
genera inflación (la inflación en Brasil no es significativamente mayor a
la de México) y la de que los salarios bajos son un factor de
competitividad. En Brasil, el aumento del salario mínimo ha estado
acompañado de aumentos en la productividad laboral, la cual es superior a
la de México.
Existen estudios que
demuestran cómo la elevación del salario mínimo en Brasil ha favorecido
el mercado interno, al dinamizar positivamente las economías de algunas
de las regiones más pobres del país.
Brasil tiene una política social más
ambiciosa e integral. El país gasta en política social el doble que
México, siendo también superior su gasto en salud, vivienda, educación,
seguridad y asistencia social.
La red de
protección social brasileña es mucho más amplia que la mexicana, y la
seguridad social tiene una cobertura más amplia. La proporción de
adultos mayores en desamparo absoluto es inferior que en México gracias,
entre otros factores, a la pensión rural y al llamado Beneficio de
Prestación Continuada, que llega a más de tres millones de ciudadanos
mayores de 65 años.
En materia de programas de transferencia condicionada (programas
que buscan reducir la pobreza intergeneracional tipo Oportunidades),
hay un dato interesante: México gasta ligeramente más que Brasil (como
proporción del PIB) en este rubro de su política asistencial.
Sin
embargo, el porcentaje de la población indigente que se beneficia de
este tipo de programas en Brasil llega al 84.6%, cuando en México es del
62%. Brasil estaría haciendo más de lo que está haciendo México, a
pesar de que proporcionalmente gasta más. Sin embargo, es necesario
realizar un análisis más detallado sobre este asunto.
En cobertura educativa, Brasil
aventaja. Aunque México pueda seguirse vanagloriando de su amplia
cobertura en educación primaria, los números muestran que en Brasil
llega a la universidad casi 10% más de estudiantes que en México.
Durante el gobierno de Lula se crearon en Brasil 12 nuevas
universidades, y 14 más en lo que lleva Dilma Rousssef.
En
materia de calidad educativa, aunque no se muestra aquí, tanto México
como Brasil dejan mucho que desear. En las pruebas PISA, México “gana” a
Brasil, aunque sólo por unos cuantos lugares.
La
comparación entre México y Brasil dice mucho del modelo económico
seguido en las últimas dos décadas. México siguió un modelo más ortodoxo
e impulsó un proceso de apertura que algunos estiman “indiscriminada”
(sin duda es uno de los países más abiertos del mundo, al tener acuerdos
de libre comercio con 44 países, cuatro veces más que Brasil).
El
“gigante sudamericano”, en cambio, ha seguido un modelo más heterodoxo
que lo ha llevado a mantener protegidos a varios sectores de su
economía. Ello se ve reflejado en un menor grado de apertura económica
en proporción del PIB.
Hay otras
diferencias importantes en ambos modelos: mientras en México la banca se
extranjerizó prácticamente en su totalidad, Brasil conserva una
proporción importante de bancos públicos que han cumplido un papel
importante.
La tabla muestra, además, un
dato especialmente relevante: la banca de desarrollo es responsable por
el 37.0% del total de los préstamos del sector privado, un factor de
peso en la promoción del crecimiento económico y, particularmente, de
las exportaciones brasileñas. En México, hace muchos años que la banca
de desarrollo brilla por su ausencia.
Los
resultados están a la vista. Cada quien puede formarse su propio
juicio. El de los brasileños aparece publicado en la encuesta de
Latinbarómetro de 2010.
En ese año,
Brasil era el país latinoamericano con más confianza en su futuro
económico. Allí se encontró el mayor número de entrevistados que
consideró que la situación económica de ellos y de sus familias sería
mejor en los meses siguientes. Casi dos terceras partes creyeron que el
país estaba progresando, cuando sólo una parte de los mexicanos lo
consideró así.
Brasil no ha superado sus
problemas, pero la mayor parte de los brasileños considera que el
Estado es capaz de enfrentar problemas lacerantes como la pobreza, la
delincuencia y la corrupción. Una gran diferencia.
*
Tablas elaboradas por el autor a partir de informes de la FAO, CEPAL,
Banco Mundial, OCDE, Organización Mundial de la Propiedad Intelectual,
Latinbarómetro y Observatorio del Salario.
***
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Hernán Gómez Bruera.
Fuente : ADNpolitico
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