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lunes, 11 de marzo de 2013

Persiste la censura en los libros infantiles, sostiene la ensayista Elisa Corona

Oaxaca, Oax. 11 de marzo de 2013 (Quadratín).- En México no ha levantado el índice de lectura de un libro y medio al año en promedio, pero los censores están pendientes de los nuevos títulos para verificar que no contengan palabras altisonantes, no atenten contra la religión ni despierten la consciencia de los niños, sostiene la ensayista Elisa Corona.
             
  La también narradora y ensayista, quien estuvo en fin de semana en Oaxaca para promover su libro Niños, Niggers, Muggles, editado por el sello Deleátur, explicó que a través de este ensayo trata de establecer que la prohibición no sirve de nada y en el caso de los libros, lo importante es que los niños lean, lo que sea, pero que lean.
En su nuevo libro, Elisa Corona exploró la obra de tres autores que propiciaron una acérrima censura en distintas épocas: Mark Twain, porque en sus novelas, como Huckleberry Finn, utilizaba la palabra “nigger” (negro, que connota racismo); Roald Dhal, porque a través de algunos cuentos, como James y el durazno gigante, aborda las relaciones de poder entre niños y adultos, y J.K. Rowling, quien en sus novelas de Harry Potter trata sobre la brujería lo que hizo brincar a la Iglesia.

En la biblioteca pública municipal Profesor Ventura López, en San Martín Mexicápam, rodeada de libros infantiles, Elisa Corona se pronunció por un “no” a la censura, pero también advirtió que todos, no solo los niños, debemos ser selectivos de lo que leemos, pues “la vida es corta y hay mucho que aprender”.
-¿Tiene sentido la censura en México, un país con tan pocos lectores?
-No hay una censura muy fuerte en México precisamente porque no hay lectores. En nuestro país no se da esta batalla tanto como en el primer mundo. Aquí lo primero es que se lea. Sin embargo hay casos emblemáticos como aquel de Carlos Abascal que censuró la novela Aura de Carlos Fuentes. Y hace poco, una editora nos leyó la carta de un padre de familia furioso porque en un libro para niños aparecía la palabra cabrón.
-¿La censura de los libros es una extensión de la censura en la televisión?
-Y además de la censura en el cine. En la televisión siempre ha habido censura. En el cine era muy chistoso que Gobernación prohibía que las mujeres enseñaran el ombligo, tal parecía que era visto como parte de los órganos sexuales femeninos.
-¿Por qué te interesaste en este tema?
-Me decidí a explorar el tema por los libros de Harry Potter que aparecieron en un momento en que se decía que los libros iban a desparecer. Llega Harry Potter y se venden millones. Fue entonces cuando el ex papa, Joseph Ratzinger, dijo que los libros de Rowling eran “sutiles seducciones que minaban la cristiandad”. Recordemos que en Estados Unidos de Norteamérica quemaban los libros de Harry Potter, tanto católicos como protestantes. Algunos niños me llegaron a confesar que sus papás les quitaban los libros de Harry Potter, y también las revistas de manga japonés. Me parece curioso que por un lado los papás le dicen al niño “lee”, y por otro “no leas esto”.
-Si de censura de literatura infantil se trata, podrían censurarse hasta los cuentos de hadas…
-Ya hay censura en esas historias. Por ejemplo, la primera versión de La bella durmiente es casi pornográfica. Se tuvo que adaptar una versión más “apropiada” para los niños. Pero yo creo que es sano cuestionarnos todo el tiempo y analizar qué estamos leyendo, o qué leen nuestros hijos. No soy partidaria de la libertad absoluta, más bien hay que ser reflexivos. Pero el adulto muchas veces dice que protege al niño cuando en realidad lo que hace es protegerse a sí mismo reservando para el niño el estado de inocencia.
-¿Cuáles son los temas más censurables?
-La religión, el racismo, y en el caso de Roald Dhal, esa relación de poder entre niños y adultos.
-¿Y el tema del sexo?
-Los autores que analicé no lo tocan.
- ¿A qué le temen los adultos?
-A perder ese estado de respeto que quieren para ellos, y a que el niño pierda el estado de inocencia en el que se piensa deben estar los niños, pero los niños son a veces más crueles, más violentos. El adulto teme que los niños accedan a un conocimiento en un momento inapropiado.
-Pero con internet eso ya no es posible…
-Así es, no hay forma de ocultar nada a los niños. Antes era un ritual conseguir una revista pornográfica, y ahora, con un click tienen acceso a todo eso. Debemos quitarnos esa idea de que la prohibición funciona. ¡No funciona! Hay que perderle el miedo a hablar de cualquier tema con los niños.
-¿Existe aún la censura oficial?
-Ahora le censura es extra oficial, de los padres o de los compradores de libros. Oficialmente no hay censura, pero hay una censura velada: no leas esto, no lo compres. Como decíamos, debido a internet, ahora hay un exceso de información y eso también es algo no peligroso pero que puede confundir u ofuscar. Hay que ser selectivos con lo que leemos porque la vida es corta y hay mucho que aprender. Cuando uno se embarca en un libro renuncia a muchos otros y ahora tenemos mucho más qué elegir.
-¿Has sabido de algún caso de censura reciente?
-En México pasa esporádicamente, porque pocas veces se le pone atención a la lectura. La editorial Textofilia publicó el cuento Soy un dinosaurio; una posible lectura de este cuento es que el protagonista es gay y por eso en ciertos programas de lectura fue rechazado y no lo compraron. No lo censuraron pero sencillamente no lo adquieren. Puede ser que a los niños ni les pase por la cabeza la idea del homosexualismo, pero hay adultos a quienes sí y quieren cuentos más tradicionales. Pasa igual que con el machismo, no se puede decir en voz alta que las mujeres son inferiores, pero sí se les paga menos, se las despide si se embarazan. Sólo se disfrazan viejas costumbres.
Fuente : QUADRATIN

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