Aunque existen muchas lenguas,
investigaciones recientes demostraron que alrededor de 60 están en
riesgo de desaparecer y su proceso es acelerado, porque sólo son
habladas por un grupo menor de gente mayor, lo que se conoce cómo
desplazamiento de la lengua.
Cuando se llega a esa etapa de riesgo de
perder la lengua, los investigadores del Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) determinan el grado
de peligro de desaparecer, se
habla de desplazamiento lento, acelerado,
proceso de extinción.
El Programa de Revitalización,
Fortalecimiento y Desarrollo de las Lenguas Indígenas Nacionales
2008-2012 (PINALI), clasifica las 143 lenguas de acuerdo a la
vulnerabilidad que presenta para su extinción; vulnerable 52, en peligro
38, seriamente en peligro 32 y en situación crítica 21 con menos de 200
hablantes como el oluteco de Veracruz, el ixil y kaqchikel de Quintana
Roo y Campeche, además del teko qato'k/motocintleco, cucapá, pápago e
ixcateco.
También existen 364 variaciones
lingüísticas totales, dónde se toman en cuenta las lenguas que ya no son
inteligibles entre ellas a pesar de pertenecer al mismo grupo. Como el
caso del zapoteco, que debido a sus 62 variantes, se le cambió el nombre
a lenguas zapotecanas, explicó la investigadora del CIESAS, Lourdes de
León Pasquel.
En la primera fase, de acuerdo al
Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) existe una pérdida de
hablantes de parte de la generación nueva. El criterio para medir esta
situación es cuando los niños ya no quieren aprender a hablar la lengua
de sus padres y abuelos.
“Cuando la transmisión de una lengua
indígena está en peligro de extinción, se trabaja con los últimos
hablantes para documentar sus conocimientos. Se hacen trabajos sobre la
producción de gramática, diccionarios y lenguaje ritual que registren el
mayor número de léxico, un tesoro para revitalizar la lengua y dárselo a
las nuevas generaciones” declaró la investigadora.
Una vez que los antropólogos del CIESAS
recaban la información, se da paso a la revitalización, que tiene como
fin hacer que las nuevas generaciones se interesen en una lengua materna
que está al borde de la extinción. Sin embargo, el proceso tiene el
inconveniente de trabajar por medio de libros y talleres, pero no llega a
reproducir la condición natural de la lengua, porque el reaprendizaje
es muy bajo.
Por ejemplo se han visto afectado por la
migración los hablantes de lenguas mayas de los Altos de Chiapas, el
tsetsal tiene 371 mil 730 hablantes, el tsotsil 329 mil 937 y ch´ol 185
mil 299.
Estas lenguas tienen el mayor índice de
retención etnolingüística en el país. Para medir que grado de
desplazamiento de retención que tiene una lengua, se realiza una
ecuación con el porcentaje de adultos mayores que todavía la hablan y el
de los de niños que la aprenden.
De acuerdo a la investigación de Lourdes
de Léon, en los Altos de Chiapas, existe una devaluación de la lengua
indígena en los medios educativos, la lectura es poco practicada en los
hogares, a consecuencia del estilo de vida que se ha visto modificado
por la necesidad de trabajo de los padres.
La especialista del CIESAS expuso que se
debe buscar un bilingüismo estable en México, es obvio que se necesita
el español para otras actividades como la escuela y trabajo, pero
mantener la lengua indígena permite una gran posibilidad de expresividad
e incluso aumentar las capacidades de aprendizaje, hablar más lenguas
tiene un efecto cognoscitivo.
El problema avanza cuando la persona
tiene mayor preparación académica, porque deja de lado su lengua
materna, ocasionado por la escuela y trabajo, dónde los alumnos reciben
enseñanza de maestros que hablan español u otra lengua diferente a la
suya, expuso León Pasquel.
Ruslán Aranda Hernández
Fuente : Investigacion y Desarrollo
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