MÉXICO, D.F. (apro).- Lejos de la visión que mantiene el gobierno
federal sobre “un mejor” año para la economía mexicana, la cúpula
empresarial percibe nubarrones en lo que va del 2014; incluso ya
descartó que el Producto Interno Bruto (PIB) crezca 3.9%, como lo
anunció la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
“A estas alturas del primer trimestre se complica la posibilidad de
que se verifique la expectativa oficial de un crecimiento cercano a 3.9%
para el 2014”, aseguró el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en su
mensaje semanal.
De hecho, el organismo presidido por Gerardo Gutiérrez Candiani
precisó que tras el cierre de año, la recuperación que se esperaba para
superar el bajo dinamismo que la economía nacional mantuvo a lo largo
del 2013 todavía no llega. Los indicadores de coyuntura de este año
tampoco son los ideales.
Después de la aprobación de las reformas estructurales –apoyadas y
festinadas fuertemente por la clase empresarial–, las cuales pondrían a
México como punta de lanza ante el mundo, la situación actual no es
clara para la iniciativa privada:
“Los grandes beneficios que esperamos de reformas como la energética y
la de telecomunicaciones se verán sobre todo en el mediano y largo
plazo, con flujos crecientes de inversión y generación de empleos, pero
los impactos de los cambios fiscales a la actividad económica se
resienten en lo inmediato. El futuro es importante, pero también lo es
el corto plazo, en gran medida es el que determina el crecimiento”.
En el asunto de los impuestos el CCE enfatizó que “los efectos que se
presentan en el consumo pueden tener su correlato en otras variables
clave como la inversión, consecuencia, por ejemplo, de las restricciones
que se aprobaron en materia de deducciones, tanto en inversión como en
prestaciones laborales, o los costos en recursos y tiempo para adaptarse
a las nuevas complejidades administrativas de las obligaciones
fiscales”.
El llamado “Mexican Moment”, dijo la cúpula empresarial, no se ve a
la vuelta de la esquina, donde hay obstáculos como el bajo rendimiento
de los motores interno y externo de la economía mexicana en los primeros
meses del año.
Al interior del país los datos más recientes confirman que la
economía sigue deprimida y sin expectativas claras de un repunte
significativo en el más corto plazo, advirtió.
Los números son los siguientes: En materia de creación de empleos
urbanos, en enero sólo se crearon poco más de 4 mil 200 plazas en el
IMSS, la cifra más baja para ese periodo desde el 2002.
Por otro lado, el índice de confianza de los consumidores (ICC) cayó
11.5% anual en febrero pasado, de 95.5 puntos del segundo mes del 2013
se fue a 84.5 unidades registrado en el mes pasado. Mientras, el
componente del ICC referente a la disposición para adquirir bienes
durables igualmente bajó significativamente, un 25.4% anual.
Asimismo, el crédito al consumo y las ventas de cadenas de tiendas minoristas se desaceleraron.
En el sector externo la situación no promete ya que las exportaciones
petroleras cayeron más de 15% a tasa anual en enero y las no petroleras
apenas crecieron 2%. En cifras desestacionalizadas, las exportaciones
mexicanas disminuyeron en casi todas las categorías.
“En Estados Unidos sigue en marcha la recuperación, pero no a la
velocidad que se esperaba, debido a factores como la inusual temporada
invernal que han tenido y a que aún no se despeja un panorama de franco
crecimiento y estabilidad en la economía global”, precisó la cúpula
empresarial.
En línea con lo anterior, aclaró el Consejo Coordinador Empresarial,
“nuestro sector manufacturero no ha repuntado en los últimos meses y las
actividades terciarias han perdido impulso”.
Ante estos datos, la cúpula empresarial lanzó advertencias al
gobierno federal para cambiar el rumbo por el que marcha la economía
mexicana.
De entrada, señaló que “el gobierno federal ha cumplido en este
arranque con su compromiso de ejercer oportunamente el gasto público,
pero aun así éste debe acelerarse, especialmente la inversión en
infraestructura, al igual que procesos de licitaciones y obras”.
El organismo aclaró que “la urgencia de una rapidez todavía mayor en
la ejecución de la inversión pública se deriva también de las
restricciones en el gasto de las entidades federativas con problemas de
endeudamiento, y sobre todo, por la necesidad de iniciar trabajos antes
de que comience la temporada de lluvias y huracanes, la cual frena,
pospone o reduce la intensidad de las obras. En este sentido, los
próximos cuatro meses serán claves”.
Del lado fiscal, consideró necesario “evitar cualquier otra
disposición que inhiba la actividad económica, como eventuales
incrementos de facto en cuotas de seguridad social, que encarezcan aún
más la creación de empleos formales y bien pagados, o disposiciones que
afecten la certidumbre jurídica que requiere la inversión”.
Lo cierto es que el discurso optimista del gobierno de Enrique Peña
Nieto se diluye ante la realidad de los números. El CCE lo resume de la
siguiente manera:
“De mantenerse las tendencias, el crecimiento en el año estaría más
cercano al 3.3%, con un carácter inercial marcado en gran medida por el
efecto rebote luego de la desaceleración del 2013”.
El prometido crecimiento económico sostenido del país, tendrá que esperar.
Fuente : Proceso.
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