Videgaray, Ortega y Carstens durante la presentación de la reforma financiera. Foto: Octavio Gómez |
Pasaron una mala tarde hoy en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, durante la presentación oficial de la iniciativa de reforma financiera, acto que encabezó el presidente Enrique Peña Nieto.
El evento, tan esperado –pues se había pospuesto la presentación durante dos semanas, por diferencias entre los firmantes del Pacto por México–, se convirtió en un foro de ataques y críticas en contra de aquéllos.
Todos los que hicieron uso del micrófono –el secretario de Hacienda, los líderes nacionales de los tres principales partidos políticos firmantes del Pacto, y aun el presidente de la República– la emprendieron contra los hombres y mujeres de la élite financiera del país, en particular los que dirigen la banca privada.
Sin pelos en la lengua, sin ambages, el presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano, se salió de la crítica velada y diplomática de quienes le antecedieron y de quienes le sucedieron en el micrófono:
Se preguntó: “¿Por qué si la banca, el sistema financiero en general tienen los atributos de ser sólidos, saludables y bien capitalizados, no contribuyen a detonar el crecimiento económico del país?”
Y él mismo respondió: “Yo diría, primero, porque no existe una verdadera banca en nuestro país… Lo que tenemos en nuestro país es una banca usurera, que no arriesga, que no apuesta al desarrollo; tenemos lamentablemente una suerte de agio bancario, un moderno agiotismo en nuestro país.”
Un silencio expectante se apoderó de los presentes, en su mayoría directivos del sector financiero, público y privado, del país, que abarrotaron e hicieron ver insuficiente el Alcázar del Castillo de Chapultepec.
No fue muy cortés la vehemencia y el tono tan directo y claridoso de Zambrano para con los invitados especiales –los dirigentes de la banca– del presidente Peña Nieto.
Pero, igual, el perredista no se anduvo por las ramas:
“Una gran parte de las ganancias industriales y productivas en general se las llevan los banqueros por las altas tasas de interés y el alto costo de las comisiones que cobran”.
No daban crédito los banqueros a lo que escuchaban. Miradas de reojo cundieron entre ellos; mohines de disgusto y mandíbulas apretadas se hicieron evidentes. Javier Arrigunaga, director general del grupo financiero Banamex y, a la postre, presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), aguantó vara desde su lugar en el presídium, pero con el rostro endurecido.
Pero Zambrano Grijalva no dejaba títere sin cabeza.
La emprendió también contra los bancos de fomento y, aun, contra el Banco de México (Banxico).
Dijo: “Tampoco tenemos una verdadera banca de desarrollo en nuestro país. Las instituciones del Estado cobran más caro que la banca comercial por los factorajes y todo el conjunto de intermediaciones que desarrollan; piden más garantías a quienes les prestan que la banca comercial. No apuestan pues al desarrollo. Piensan solamente en tener números negros y no están pensando en el desarrollo del país.”
También: “El Banco de México –aquí está el gobernador del mismo, dijo señalando con la mirada a Agustín Carstens–, quien tiene facultades para incidir en aspectos fundamentales que obliguen a la banca, a los bancos, a impulsar el desarrollo, pero no ha querido hacer uso de estas facultades”.
Y el gobernador del banco central no tuvo más remedio que compartir una sonrisa con su compañero de al lado en el presídium, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Zambrano también reprochó la falta de competencia en el sector. “Cinco instituciones bancarias controlan prácticamente todo el mercado financiero y entonces no hay competencia; hay un sistema bancario monopolizado y tenemos entonces que preguntarnos cómo posibilitar que los pequeños, los intermediarios financieros en general, entren al sistema en verdaderas condiciones de competitividad y se fortalezcan”.
Confió el perredista, por último, en que la iniciativa enviada hoy a la Cámara de Diputados sirva para que haya más competencia entre los intermediarios financieros, para que los bancos sean más agresivos, “comercialmente hablando”, y para que “muestren visos de mayor atrevimiento y creatividad en beneficio de los usuarios del crédito”.
Sorprendió Jesús Zambrano no porque haya dicho algo desconocido o descubierto algo nuevo, sino por haberlo dicho de manera tan clara y en la propia cara de los banqueros, que eran los invitados especiales del Consejo Rector del Pacto por México.
Pero ya antes, como primer orador, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, había iniciado la retahíla de críticas, aunque veladas, a los banqueros.
Por enésima vez dijo que “México tiene una banca fuerte, una banca sólida”, pero que es “una banca que presta poco”.
Y se apoyó en el dato que usa desde que inició el gobierno de Peña: “El crédito asignado por la banca comercial al sector privado es tan sólo de 26% del Producto Interno Bruto, lo que contrasta con el promedio de América Latina, que es superior a 50%, o de países como Chile, que tienen una penetración de crédito con un porcentaje del Producto Interno Bruto cercano a 100%”.
También, que “el crédito al sector privado como porcentaje de los activos de la banca a enero de 2013 se ubicó en apenas 43%, nivel inferior, por ejemplo, también, al de Chile, en donde se indica un nivel de 72%”.
Luego de detallar el contenido de la reforma y señalar sus ejes principales, Videgaray dijo que las iniciativas –en total 13 decretos que modifican 34 leyes– “dan sustancia a algo que está en nuestra ley desde hace muchos años y que a veces se nos olvida, el mandato original que se estableció en la Ley de Instituciones de Crédito, en el artículo cuarto, en el año de 1990”.
Y leyó un fragmento: “El Estado ejercerá la rectoría del sistema bancario mexicano, a fin de promover que éste oriente fundamentalmente sus actividades a apoyar y promover el desarrollo de las fuerzas productivas del país y el crecimiento de la economía nacional, basado en una política económica soberana, fomentando el ahorro en todos los sectores y regiones de la República y su adecuada canalización a una amplia cobertura regional, que propicie la descentralización del propio sistema con apego a sanas prácticas y usos bancarios.”
Dijo Videgaray que “mucho de lo que se busca en esta reforma (financiera), es fortalecer el cumplimiento de este artículo, que hoy es parte ya de nuestro marco jurídico y lo ha sido así desde hace muchos años.”
Los banqueros debieron haberlo entendido bien: el gobierno no permitirá más que los bancos sigan sentaditos, cruzados de brazos, en su zona de confort, apostando sólo a las ganancias fáciles, sino que deberán aplicarse en apoyar la economía del país.
Y fue el propio presidente Peña Nieto quien apuntaló esta idea, de que la banca nomás no hace gran cosa por la economía, que se va por la libre y sólo en su beneficio.
La paradoja es, dijo, que “tenemos en México uno de los sistemas financieros más sólidos y más robustos del mundo, pero al mismo tiempo uno de los que menos prestan a nivel global.
“El bajo nivel de crédito, además, afecta a quienes más lo necesitan: los pequeños y medianos negocios del país. Los datos son reveladores:
“Aunque las micro, pequeñas y medianas empresas generan 74% de los empleos, sólo tienen acceso a 15% del financiamiento.”
Por eso, acotó, para evitar este tipo de fenómenos la reforma financiera, de ser aprobada, facultará a la autoridad “para asegurar que la banca utilice los depósitos que recibe del público para prestar y no sólo para invertirlos en valores, más allá de lo estrictamente razonable.
“Es decir –agregó– la reforma faculta a la autoridad para asegurar que la banca se comporte realmente como lo que debe ser: una banca que capte, por un lado, los recursos de los ahorradores del país y sea un intermediario que preste para el fomento y desarrollo económico del país”.
Y, sí, les llovió duro y tupido a los banqueros.
Por la tarde, en un escueto comunicado de la Asociación de Bancos de México (ABM), éstos respondieron que coinciden “con los planteamientos plasmados en la presentación de la reforma financiera, pero que “sobre aspectos específicos de la reforma la ABM realizará una lectura profunda y detallada de la iniciativa y estará atenta a la valoración y, en su caso, de la aprobación de esta iniciativa (sic)”.
Fuente : Proceso
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