Para alguna gente en los barrios pobres de
Santiago de Chile, el prespuesto es tan estrecho que comprar algo tan
básico como una caja de detergente para lavar la ropa puede representar
un gran esfuerzo.
Con este prototipo de madera, el jabón para lavar ropa sale más barato. |
"Algunas veces simplemente no podemos costear los precios", dice Báez
"Antes se podía comprar media barra de mantequilla si uno no tenía suficiente dinero y se pagaba la mitad", agrega. "¿Por qué no podemos volver a los viejos tiempos?".
Empresario
Moller dice que el precio se puede mantener bajo porque compra al por mayor, sin tener que invertir en mercadeo ni en empaque.
Para demostrarlo, Moller depositó tres monedas (cada una de alrededor a US$0.25), en la máquina "Algramo", que dispensó 200 gramos de detergente, cantidad suficiente para cuatro cargas de ropa en una máquina lavadora, y además en un recipiente reutilizable.
Moller dice que este es el tipo de máquina que no significaría mucho para una familia de clase media. "Pero para las familias más pobres del país, la que estamos tratando de ayudar, esto puede tener un alto impacto".
El dispensador está a la entrada de un supermercado pequeño, llamado Berosh de Huechuraba. La propietaria, Patricia Sagredo, que vive en la parte de atrás, recibe una parte de los ingresos por ventas y asegura que con la máquina ha doblado su margen de ganancia sobre el detergente.
Sagredo dice que le complace que la máquina le ayude a la gente del barrio. Ella recuerda cómo era tener que luchar para comprar lo básico.
"Ahora, gracias a Dios, tengo mi tienda pero sufro por las familias que tienen necesidades", afirma Sagredo.
Del jabón al arroz
"Estamos estudiando una máquina que venda aceite y jabón líquido."
Moller ha desarrollado la idea con la ayuda de una subvención de US$60.000 conseguida en una competencia para emprendedores sociales llamada Desafío Clave.
Espera tener 100 máquinas expendedoras en los pequeños supermercados de Huechuraba en noviembre y en últimas, exportar la idea a otros países.
Durante la etapa de prueba en noviembre, las tres máquinas en Huechuraba estuvieron muy ocupadas. Verónica Báez dice que el detergente se agotó en un una semana y que ahora le complace ver las máquinas de regreso.
"Le permite a uno ahorrar algunos pesos para el bus o algunas otras cosas", dice Báez.
Ahorrar alrededor de 15 centavos por carga de ropa no sacará a Báez de la pobreza pero ayudará a un barrio donde cada peso cuenta.
Fuente : BBCmundo
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