Silvano Aureoles y Manlio Fabio Beltrones, coordinadores de las bancadas del PRD y PRI respectivamente. Foto: Eduardo Miranda |
La corriente de Los Chuchos del PRD, la que tiene la estructura del partido del llamado sol azteca, pero no el apoyo de sus bases, ofreció una de sus peores caras, la de Silvano Aureoles, coordinador en la Cámara de Diputados. Junto él, uno de sus jefes desde que arrancó la actual legislatura, Manlio Fabio Beltrones Rivera, coordinador de los priistas.
A un costado de ellos Miguel Ángel Mancera, el sexto jefe de gobierno del Distrito Federal que llegó al cargo gracias a la empatía de los capitalinos hacia Andrés Manuel López Obrador y el agradecimiento a
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano por sus desempeños como gobernadores de la ciudad más grande del país.
Y pegado, muy pegado a Mancera, el gran corruptor del peñismo, Luis Videgaray, el mismo que en la pasada legislatura hacía maravillas con el presupuesto federal para de ahí poder llegar con la abultada chequera a los estados en los que habría elección para gobernador. Por lo menos ésa fue la versión que entre los mismos priista circuló durante los casi tres años que fue legislador. Así fue preparando el respaldo de los gobernadores a Enrique Peña Nieto para la candidatura.
El mediodía de ese martes, priistas y chuchos del PRD fijaron la ruta económica de los mexicanos. Nuevos impuestos, menos vales de despensa, menos recursos frescos para su vivienda y, del otro lado, regalos para las empresas radiofónicas, bandas a costo cero y uno que otro cobro para utilidades en bolsa de valores.
Ese 15 de octubre quedó sellado el voto que chuchos-perredistas darían el jueves al PRI. El colmo fue que ni Arturo Escobar, coordinador del PVEM, extensión del PRI en cámara, votó a favor de los nuevos impuestos, ya fuera por vergüenza o por miedo a enfrentar al panista Rubén Camarillo, pero no votó, se ausentó.
En cambio, los 73 perredistas afines a la mancuerna de Los Chuchos Jesús Zambrano y Jesús Ortega (no hay que olvidar de donde salió éste último, de ser secretario particular de Rafael Aguilar Talamantes, dirigente de otro partido satélite del PRI, el Partido del Frente Cardenista) estaban en primera fila, defendiendo la reforma hacendaria de Enrique Peña Nieto, elaborada por Luis Videgaray.
Videgaray, el mismo que operó la inclusión del Distrito Federal en el Fondo de Apoyo para Infraestructura Social (FAIS) y la creación del fondo de capitalización para la gran ciudad.
Entre 5 mil y 7 mil millones de pesos recibirá el DF, cierto que los chilangos que vivimos en esta ciudad podríamos beneficiarnos, o por lo menos ese sería el objetivo; sin embargo, el costo para el resto de los mexicanos será mucho mayor.
La “izquierda” mexicana apoyó al PRI que dice “sigue combatiendo”. Por unos cuantos miles de pesos, 73 perredistas, algunos aguerridos —de los cuales nunca se hubiera podido pensar que estarían de su lado como Silvano Blanco—, apoyaron al partido que ha perseguido al PRD, al que se le atribuye ser el causante de más de mil muertos en el sexenio de Salinas de Gortari, al que se le acusa de pactar con el narcotráfico, al que se le acusa de corrupto, al que señalan por las matanzas del 68 y del 71, al que desató la “guerra sucia”, al que —aseguran— les robó la Presidencia de la República en 1988, al que se alió con el PAN para frenarlo electoralmente. Se alió al partido al que le criticó las primeras grandes reformas que llevaron al país al despeñadero, el que puso reglas laxas, durante años, para que grandes empresarios se beneficiaran fiscalmente, el que creó al hombre más rico del mundo.
En fin, el PRD de Los Chuchos se alió hoy, como en el pasado lo hizo el PAN, con el PRI, para sobrevivir. Lo hizo por unos cuantos millones de pesos.
¿Y la clase trabajadora? De ella ni se acordaron a la hora de firmar la inclusión del DF en el FAIS, de hacer el fondo de capitalidad. ¿Y los ilegales descuentos en las subcuentas de vivienda de los trabajadores? De éstos tampoco se acordaron. Bueno, el colmo fue que el obsoleto y cacique líder sindical priista Carlos Aceves del Olmo mostró más casta que los propios perredistas, cuando exigió que en lugar de 3% se le descuente sólo el 0.25% a los trabajadores de la subcuenta, para de ahí formar el seguro de desempleo.
Ése es el rostro de Los Chuchos, de los diputados que ganan 200 mil pesos al mes y a los que no les importó la gente de las maquilas, de la clase trabajadora.
Hoy, tan a gusto están del lado del poder priista que se querrán lavar la cara con una reforma electoral para que a los nuevos partidos políticos que les puedan hacer sombra en las próximas elecciones se les exija el 5% del umbral de los votos para acceder a una curul.
Creen Los Chuchos que mantendrán el eterno 17.5% de los votos a nivel federal, pero podrían sorprenderse y enfrentar un escenario mucho menor. De esta legislatura y de su connivencia con el PRI para los próximos dos años nadie puede hacer nada. Sus curules las mantendrán por los siguientes dos años, pero después quizá su lugar sea en el caño de la historia política.
Fuente : Proceso
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