Peña durante su encuentro con banqueros en Guerrero. Foto: Presidencia |
De manera sorpresiva, ante el asombro de la elite financiera del país, el mandatario se hizo acompañar por la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, en la ceremonia de inauguración de los trabajos formales de la 76 Convención Bancaria que se desarrollan en este centro vacacional.
Rosario Robles y su presunta participación, junto con el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, en el desvío
de recursos de programas sociales a fines electorales –en favor del PRI–, fue motivo de que el martes pasado el presidente cancelara el acto, en Palacio Nacional, en el que daría a conocer las iniciativas de modificaciones legales que conformarían la “gran reforma financiera que el país necesita”.
Dicha cancelación dio pie a que, también, el presidente Peña suspendiera todo acto relacionado con el Pacto con México, toda vez que los presidentes de PAN y PRD decidieron no asistir al acto de la reforma financiera, por el nulo caso que les hizo el presidente a las denuncias contra Rosario Robles, a quien, por el contrario, el presidente defendió a capa y espada, y le dijo que aguantara, que no hiciera caso de las críticas relacionadas con los programas sociales.
Hoy, en un evento estrictamente de carácter financiero, la secretaria de Desarrollo Social ocupó un lugar en el presídium –entre Luis Robles Miaja, presidente ejecutivo de la Asociación de Bancos de México, y Fernando Aportela, el subsecretario de Hacienda–, colmado de dirigentes de instituciones financieras, líderes empresariales, funcionarios del sector económico, acompañados del gobernador guerrerense Angel Aguirre Rivero, y el presidente municipal de Acapulco, Luis Walton.
Fue la comidilla entre financieros al terminar la ceremonia.
Robles, que había sido factor para que no se dieran a conocer las iniciativas de reforma financiera y se suspendieran todas las actividades relacionadas con el Pacto por México, hoy tuvo un lugar privilegiado en el encuentro anual de los banqueros.
De hecho, fue la sorpresa del día. Todo mundo, aquí, quería entender la decisión de Peña Nieto; el mensaje que quiso mandar a los firmantes del Pacto, los reticentes PRD y PAN, con un nuevo espaldarazo, contundente, a Rosario Robles, de quien esos partidos exigen su renuncia.
Aunque, en realidad, no fue un día cómodo para los banqueros.
La inauguración fue después de las siete de la noche.
Pero desde muy temprano, a partir de las 8:30 horas, durante el desayuno conferencia tradicional de la ABM con la prensa acreditada, los dirigentes bancarios padecieron el acoso de los periodistas con el tema de la reforma financiera y las críticas recurrentes del gobierno federal, en el sentido de que los bancos prestan poco y caro y poco hacen por impulsar la actividad económica del país.
El tema consumió prácticamente la hora y media de preguntas y respuestas, en la que los dirigentes bancarios explicaron, argumentaron, se defendieron, fijaron posiciones, discreparon del gobierno…
En suma, que no prestan tan poco ni tan caro; que en los últimos años el crédito se ha expandido de manera vigorosa en todos los ramos –consumo, empresarial, vivienda–, al grado de crecer hasta en el triple de lo que crece la economía nacional en su conjunto.
Que ellos sí quieren prestar más, que los bancos están “líquidos” –tienen fondos disponibles para prestar–, y que no hay ningún problema de oferta crediticia… sino de demanda.
Total, que el dinero para prestar ahí está, pero que hay problemas estructurales de demanda de crédito, por la economía informal, por la poca cultura financiera del grueso de las empresas, su inexperiencia crediticia, pero también problemas como los bajos ingresos de la población, entre otros.
Y los bancos –“la industria bancaria”, dijeron– no pueden repetir las historias catastróficas que se vivieron años atrás, cuando por prestar sólo por prestar, es decir, sin rigor ni estudio cuidadoso de sujetos y proyectos crediticios, sobrevinieron quiebras bancarias, el derrumbe del sistema financiero y el colapso de la economía del país, como en la crisis de 1994-1995.
El mensaje de la mañana fue: prestamos bastante, sí queremos prestar más, y más barato, “ese es nuestro negocio, a eso nos dedicamos”, pero el crédito no puede fluir por decreto, a manos llenas, sin ton ni son, y mucho menos a ritmos más acelerados que la propia economía nacional.
Que no se pueden repetir las historias, los errores que han llevado al país a las costosas crisis –social y económicamente– que ya ha padecido.
Se defendieron, pues, los banqueros.
Pero por la noche, en la sesión inaugural fueron olímpicamente ignorados por el joven subsecretario de Hacienda, Fernando Aporterla, quien la volvió a emprender contra los bancos mexicanos.
Hacen poco los bancos en México, dijo. Apenas prestan 26% del Producto Interno Bruto, cuando el promedio de América Latina es de alrededor de 50%.
Enseguida agregó que durante la época del desarrollo estabilizador, hasta 1970, los bancos mexicanos prestaban mucho más que los demás países del subcontinente.
Peor, dijo Aportela, los bancos tienen olvidadas a las micro, pequeñas y medianas empresas, que aportan 74% del empleo en el país y generan poco más de la mitad del PIB, pero apenas reciben 15% del total de los créditos del sistema financiero mexicano.
Nada bien cayó entre los asistentes –más de un millar– el discurso del subsecretario.
La puntilla la dio el nuevo presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), Jaime González Aguedé, quien si bien elogió los esfuerzos de la banca por ganar en los últimos años fortaleza, solidez y solvencia, acabó diciendo que el sistema financiero nacional sigue siendo “muy chico” frente al tamaño de la economía del país.
Hasta ahora, en materia de reforma financiera, sólo ha habido, pues, un diálogo de sordos.
Fuente : Proceso
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