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martes, 15 de enero de 2013

¿Somos buenos o malos por naturaleza?


       Tom Stafford de la Universidad de Sheffield revisa los últimos estudios en bebés. 

Bueno malo
Créditos: Getty Images

¿Cómo una persona puede asesinar a alguien? ¿Cómo una persona puede amar tanto a otra persona? Basicamente los seres humanos ¿somos buenos o malos? La pregunta que la humanidad se ha repetido desde hace milenios podría responderse con los últimos estudios psicológicos, asegura Tom Stafford de la Universidad de Sheffield en la BBC.


Quizá las investigaciones más fidedignas sean las centradas en la mente de los bebés que ofrecen un escaparate maravilloso de la naturaleza humana sin influencia cultural, por lo que pueden considerarse el estado más inocente de una mente humana. El problema es que al carecer de lenguaje no puede expresar sus opiniones, pero los psicólogos han conseguido la forma de conocerlas.
Los bebés tienden a mirar más tiempo las cosas que les sorprenden o alcanzar de alguna forma lo que les interesa. Experimentos de la Universidad de Yale utiliza estas técnicas para examinar las mentes de los bebés. Sus resultados sugieren que incluso los más jóvenes seres humanos tienen un sentido del bien y el mal, y, además, un instinto para preferir el bien sobre el mal.

Para averiguarlo los investigadores hicieron un experimento que consistía básicamente en una obra de teatro con títeres en el que los personajes eran un triángulo, un cuadrado y un círculo de colores brillantes, en el que una de ellas quería subir una colina y las otras dos figuras se involucraban, una tratando de ayudarla y otra impidiendo su avance.
Lo que encontraron, es que aún los bebés eran capaces de interpretar la historia, aunque los títeres eran sólo formas y no mostraban emociones humanas. Ellos simplemente se movían, sin embargo los bebés de 6 a 10 meses, podían interpretar sus acciones y preferían a las figuras cuando ayudaban.
Después del espectáculo, a los pequeños se les daba la oportunidad de tomar la figura que prefirieran, la que ayudaba o la que dañaba , y resultó que eran mucho más propensos a alcanzar al ayudante.
Para comprobarlo, los investigadores hicieron otra prueba en la que había dos escenarios, en el primero la figura que intentaba subir la colina se acercaba a la figura que lo ayudaba y en el segundo se acercaba a la figura que le obstaculizaba su ascenso. Y encontraron que los niños veían más fijamente y más tiempo la escena cuando se acercaban a la figura que los dañaba, lo cual tiene sentido pues es como si viéramos a alguien da un abrazo a un hombre que acababa de hacerlo caer.

Tom Stafford concluye que el estudio demuestra como los bebés con cerebros sin prejuicios sociales tienen expectativas acerca de cómo la gente debe actuar. Aunque un cínico diría que esto demuestra que los niños buscan su propio interés y esperamos que los demás sean de la misma manera. Sin embargo, muestra que nuestras mentes en desarrollo poseen un instinto básico para preferir intenciones amistosas sobre las 'malas'. Es sobre esta base que la moralidad adulta se construye.
Fuente : Quo.mx

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