La nota es del diario ABC de España,
que empieza citando tuits del superdotado Jacob Barnett, de 14 años de
edad, Jake para la familia, oriundo de Indiana, Estados Unidos:
“Toc toc. ¿Quién está ahí? Albert. ¿Qué Albert? Albert, tú pensaste
que iba a decir Einstein”. “No sólo voy a romper la Teoría de la
Relatividad de Einstein con éxito, sino que mi 'bagel' póstuma va a ser
mucho mejor. Chúpate esa”. “Cita del día de Einstein: 'Si los hechos no
encajan en la teoría, cambia los hechos'. Suena como un 'hacker' de las
relaciones públicas, ¡no como un genio!”. “No solo soy más inteligente
que Einstein, mi gato en realidad está vivo y muerto a la vez. Como el
de Schrödinger”.
Son los tuits de un niño, pero no cualquier niño, ya que a Jake se le
considera el nuevo Einstein, a pesar de que desde pequeño tuvo serios
problemas: “Con dos años y medio, los médicos dijeron a su madre,
Kristine, que el pequeño sufría el síndrome de Asperger, una forma leve
de autismo, y empezó a recibir educación especial adecuada a esta
circunstancia”.
Sus profesores decían que el niño quizá nunca iba a aprender a leer,
que “ni siquiera sería capaz de atarse los zapatos al menos hasta
cumplir los 16”.
La madre, a pesar de los malos pronósticos, “en contra de lo que
pensaban los especialistas e incluso su marido, tomó lo que ella define
como ‘la decisión más temible’ de su vida”.
La tomó porque desde muy pequeño, Jake podía resolver rompecabezas de
5 mil piezas. La madre sacó al niño Jacob Barnett “de la educación
especial que solo había logrado meterle más y más en su mundo (había
dejado de hablar) y comenzó a prepararlo para que se incorporase a las
clases 'normales'. Así, puso su mirada en seguir la ‘chispa’ de Jacob,
como ella la denomina, en aquello que parecía despertar su interés.
‘¿Por qué concentrarse en lo que él no podía hacer? ¿Por qué no
centrarse en lo que sí podía?’. Con este pensamiento y apoyándose en las
experiencias infantiles normales (softball, comidas campestres
alrededor de la hoguera y juegos) empezó a romper los muros que rodeaban
a su hijo”, dice ABC.
El periódico español narra que “la madre de Jacob se dedicó a
fomentar lo que parecían ser las grandes aficiones de su pequeño, que se
dedicaba a decorar paredes y ventanas con fórmulas matemáticas. Lo
extraordinario de todo esto no es que Kristine pudo recuperar a Jacob
para el mundo exterior, sino que debajo de esa cáscara impenetrable
descubrió una inteligencia que rivaliza con la de Albert Einstein, o al
menos eso es lo que se desprende al aplicar el cuestionado coeficiente
intelectual, que en el caso del científico alemán llegaba a 160 y en el
de este pequeño autista a... ¡170!”
Desde los 8 años Jacob Barnett asiste a conferencias universitarias, y
a los 9 “construyó una serie de modelos matemáticos que abrían una
nueva vía en el campo de la Teoría de la Relatividad de Einstein”.
La madre envió videos de YouTube con el descubrimiento de su hijo a
la a la Universidad de Princeton, en la que estuvo Einstein, y al ver el
video “el astrofísico canadiense y profesor Scott Tramaine se dio
cuenta de que estaba ante algo grande y escribió este correo electrónico
a Kristine: “Estoy impresionado por el interés de Jacob en la física y
la cantidad de lo que ha aprendido hasta ahora. La teoría en la que está
trabajando involucra a varios de los problemas más difíciles de la
astrofísica y la física teórica. Cualquier persona que los resuelva está
listo para un Nobel”.
A los 10 años, Jacob fue admitido en la Universidad de Indiana, “y
ocupó un puesto remunerado en el campo de la Física de la Materia
Condensada, un trabajo que por su originalidad le valió un récord:
convertirse en el investigador de astrofísica más joven del mundo.
Incluso publicó en la revista ‘Physical Review A’…”
Pero en los foros científicos hay debate: “Algunos se asombran de su
talento, otros dudan y hay quien afirma que el chico está cometiendo
errores de origen, si no de bulto, en sus tesis. ‘Al menos por lo que
sé, creo que su precocidad es genuina —opina un entendido en
thescienceforum.com—. Aunque, desde luego, eso no significa que puedas
considerarle seriamente como un científico. Al menos no aún’. Otro le
contesta apoyándose en fórmulas y asegura que Barnett está recitando
para la cámara cosas que no entiende: ‘Creo que es otro bluf de
Youtube’, concluye. Pero ahí está el aval de Princeton”.
Lo que sea, Jacob también da conferencias sobre cuestiones
científicas y ahora escribe un libro para acabar con la fobia a las
matemáticas entre los niños.
Pero no deja de ser un niño al que le gustan los videojuegos, que
tuitea y ve películas. El niño genio es irónico sobre sí mismo: “Puedo
deducir fórmulas cuánticas complejas con la parte superior de mi cabeza,
¡pero todavía no puedo conseguir tres estrellas en el nivel 3-14 de
Angry Birds! La vida es extraña”. Y hace bromas científicas: “¿Cuál es
el nombre del primer detective de la electricidad? Sherlock Ohms”.
La madre ya ha publicado un libro, “The Spark: A Mother's Story of
Nurturing Genius”, y la Warner ya se apuntó para llevar a la pantalla
grande su historia. Habrá que verla.
Fuente : SDPnoticias
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