MÉXICO, D.F. (apro).- Organismos de derechos humanos denunciaron la
multiplicación de casos de represión a la protesta social a lo largo del
país como actos de autoritarismo sistematizado por parte del Estado,
encubiertos en la impunidad, según los registros de la Relatoría sobre
la Atención a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos.
A través de la campaña Protestar es un derecho, reprimir es un delito,
más de 70 organizaciones encabezadas por la Red Todos los Derechos para
Todas y Todos (Red TDT), que entre otros reunió a los centros de
Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez y Fray Francisco de Vitoria,
así como a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) y
al Comité Jurídico y de Derechos Humanos del movimiento estudiantil
#YoSoy132 (Cojudh), pretenden reivindicar la protesta social como una
acción legítima contra los abusos del poder, “una forma de decir al
gobierno que no está cumpliendo con sus obligaciones”.
En
conferencia conjunta en la CDHDF, Agnieszka Raczynska, secretaria
ejecutiva de la Red TDT, advirtió que la represión al derecho a la
protesta constituye un delito que “pocas veces se investiga y pocas
veces se sanciona”.
Las “extendidas” violaciones a los derechos
humanos en México, acusó, son una forma de violencia estructural, y por
ello calificó el fenómeno como una “judicialización” de los conflictos.
“La
política de represión y de criminalización sobre la protesta social
(además de la represión policial), también implica utilizar la ley para
sancionar a quienes se enfrentan al Estado en la lucha por sus
derechos”, afirmó Raczynska.
Para ella, con el regreso del PRI al
poder, la represión, la renuncia al diálogo, la descalificación y
difamación de los defensores de derechos humanos por parte del gobierno,
que durante el sexenio de Felipe Calderón se dispararon a través de la
“militarización” del país, intensifican la intranquilidad.
Ante
ello, con la campaña que hoy se relanzó, la Red TDT propone impulsar una
agenda legislativa y de políticas públicas que garantice la libertad de
expresión y la defensa de los derechos humanos, así como “visibilizar”
la responsabilidad y las repercusiones legales que tienen las
autoridades en la represión.
Luis González Plascencia, presidente
de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), dijo
que es imprescindible dejar sentado que la protesta es un derecho
constitucionalmente protegido y respaldado por tratados internacionales.
El
ombudsman capitalino habló de la represión del primer día de diciembre
pasado, en el marco de la toma de protesta de Enrique Peña Nieto, donde
prevalecieron las detenciones arbitrarias y selectivas.
“Cuando la
reacción ante este derecho (a la protesta social) implica un abuso de
autoridad, de poder, se está cometiendo un delito. Nos ha preocupado
mucho la reacción que ha habido, especialmente después del 1 de
diciembre, la reacción social que se ha generado en torno a las
detenciones que esta Comisión ayudó a documentar como arbitrarias y a la
impunidad que queda una vez que las cosas se resolvieron como se
resolvieron.
“Nos parece muy importante aclarar que hay impunidad
tanto en los casos de los compañeros que son detenidos arbitrariamente,
que son sometidos a torturas y malos tratos, y que eventualmente pueden
ser víctimas de un sistema penal que termina procesándolos como si
fueran delincuentes”, fueron las palabras de González Placencia, quien
advirtió que emprenderán acciones desde la CDHDF para revisar el Código
Penal capitalino en los “tipos penales que han sido utilizados para
criminalizar la protesta social, ambiguos, que permiten el abuso con
penas desproporcionadas y la posibilidad de derogarlos”.
Ejemplificó
con los delitos tipificados como ataques a la paz pública y ataques a
las vías de comunicación. “Ambos han sido utilizados para penalizar
conductas que representan el ejercicio del derecho a la protesta”,
alertó.
El sistema penal, continuó, debe servir para “dar certeza
en aquellos casos en los que se comenten delitos, que debe hacerlo de
manera proporcional, con estricto apego al debido proceso, pero que debe
encontrar límites muy claros cuando estamos hablando del ejercicio de
derechos”, dijo el presidente de la CDHDF, que sólo en 2012 documentó 58
casos de represión a la protesta en la capital del país.
En su
participación, Miguel Concha Malo, director del Centro Fray Francisco de
Vitoria, sostuvo que la represión en México “es una práctica
sistemática puesta en marcha por el Estado para desactivar toda acción
organizada de los movimientos, grupos, colectivos o personas que
defienden los derechos humanos y ejercen el legítimo derecho a la
manifestación pacífica.
“Esas prácticas antidemocráticas y
autoritarias están dirigidas por el gobierno federal, pero también a los
gobiernos estatales. Con esta campaña queremos alertar a la sociedad
respecto de este riesgo, para que los modestos logros que habíamos
tenido en el avance de la democracia no retrocedan aún más”.
El
padre Concha recordó que las calles no son simples vías de tránsito:
“Frente a las molestias que puede causar una manifestación, habrá que
recordar que las calles son lugares públicos que los ciudadanos ocupamos
para reivindicar los derechos de la sociedad. Eso va por delante que el
simple traslado de un lugar a otro”.
Al final del encuentro,
Miguel Silva, miembro del Cojudh, hizo un breve balance de la represión a
la que se enfrentó el movimiento #YoSoy132. A nueve meses de su
aparición, dijo:
“En un primer momento, a los jóvenes que se
atrevieron a alzar la voz en defensa de sus derechos se les intentó
invisibilizar y desprestigiar a través de los medios masivos de
comunicación. Los señalaron como criminales, los desprestigiaron y
dañaron su honra y dignidad.
“Tal es el caso emblemático de José
Carreño, ahora director del Fondo de Cultura Económica, que al tiempo de
manifestar su agrado por el entonces candidato priista (Enrique Peña
Nieto), señaló a los manifestantes críticos de la Universidad
Iberoamericana por haber sido entrenados, lo cual avergonzaba.
“Pero
las ansias represoras del Estado no sólo se limitaron a desprestigiar
los objetivos y métodos pacíficos de la lucha del movimiento, hicieron
uso de los cuerpos policiacos para inhibir el derecho a protestar de los
jóvenes. Los tres niveles de gobierno fueron partícipes de la represión
en todos los estados de la República, tal como se tiene documentado
hasta ahora”.
A medida que se “consolidó la imposición de Peña
Nieto” en la Presidencia, concluyó el estudiante, la represión que
durante las elecciones empezó con amenazas, hostigamiento, despidos de
trabajo y expulsiones en escuelas, se cristalizaron con su llegada al
poder, aparte de que “generaron miedo e incertidumbre entre los jóvenes
que querían ejercer su derecho a protestar”.
Fuente : Proceso
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